¿Y si la Iglesia se declara en huelga y cierra por un día?
Si la Iglesia se pusiera de huelga por un día entero, probablemente esto es algo de lo que pasaría:
o Cientos de colegios cerrados, con el consiguiente trastorno para los padres
o Comedores sociales, repartida de bocadillos y ropa paralizados, habría muchos hambrientos y desvestidos en el país.
o Caritas no atendería a nadie ese día, familias enteras no tendrían qué comer esa semana, y muchos inmigrantes no tendrían quien les echara una mano.
o Universidades cerradas a cal y canto, ¿podría educar el gobierno a todos esos alumnos?
o Hospitales y centros asistenciales paralizados, ¿quién cuidaría de tantos enfermos?
o Asilos de ancianos, casas para impedidos mentales, y centros de atención a los drogodependientes, dejarían por un día de atender a los que nadie quiere.
o Miles de parroquias cerradas, y capellanes de prisiones, hospitales, cementerios y aeropuertos en huelga; por un día no habría consuelo en esta tierra, ni presencia de Dios en nuestras ciudades.
o Los conventos y monasterios se tomarían un día de descanso… y entonces sabríamos por fin lo que su oración hace por la vida de todos.
No es una lista exhaustiva, seguro que me dejo algo..
Yo creo que con todo esto, el país sí que se paralizaría, y como se mantuviera la situación por más de un día, el caos se adueñaría de todo y tendríamos al gobierno suplicando a la Iglesia que volviera, algo así como lo que ocurrió en Bélgica con el rey Balduino.
Cuando veo huelgas de las de verdad- no la fallida pantomima de ayer-siento una cierta admiración por lo que sabe hacer la gente del mundo cuando quiere algo.
Ya sea por un salario mejor, o por cualquier otra razón económica o social, parece tan fácil paralizar un país por causas que a veces son justas y otras no tanto, que asusta pensar en lo que se puede llegar a hacer si se quiere.
Pero ¿por qué los hijos de este mundo son tan astutos para lo suyo y a nosotros nos dan por todos los lados? Qué envidia ver cómo una huelga consigue doblegar la voluntad de los gobiernos en ocasiones mientras nosotros, los cristianos, nos tenemos que contentar con manifestaciones y gestos heroicos tipo Balduino, que de hecho no detienen la ley injusta ni su aplicación.
Obviamente me refiero a las dos grandes batallas que la Iglesia tiene planteadas con el gobierno, la Familia y la Vida, batiéndose en duelo mediante manifestaciones multitudinarias que intentan hacer presión a un ejecutivo que encima se las da de paternalista y bueno por permitir la discrepancia, a la vez que se la mete doblada a la Iglesia descaradamante.
Yo sé que es soñar en alto, pero ¿se imaginan si la Iglesia se pusiera de huelga no por un día, sino días y semanas como pasó en Francia con la huelga de transportes públicos de 1995 que duró 20 días?
La gente en París al principio estaba muy enfadada, porque no podían seguir su vida apresurada, hasta que por la fuerza de los hechos tuvieron que adaptarse, tomarse la vida con más calma, aprender a ir andando, a montar en bicicleta y a compartir coche… fue una gran experiencia para todos, o así me lo contaron a mí.
En la historia muchos han sabido cómo cambiar gobiernos, políticas y leyes. Otros se han tenido que contentar con ser mártires de su causa. Me parece admirable que haya gente como Gandhi con su no violencia, o movimientos cívicos como el de los Civil Rights en Estados Unidos, así como ejemplos heroicos y trágicos estilo los de la Plaza de Tiananmén o la Primavera de Praga del 68.
Pero no sólo hay “santos” seculares que han sabido oponerse al gobierno; además de gente como Tomás Moro, y Balduino, hemos de recordar en este sentido cómo Juan Pablo II, con Wyszyński a la cabeza de la iglesia en Polonia, acompañó la resistencia contra el comunismo mediante Solidaridad, plantando cara al gobierno con lugares tan simbólicos para el imaginario colectivo como el santuario de Chestokova, y el gobierno no pudo con ellos, antes cayó el comunismo...
Más que decir que no se hace suficiente en España, constato que en el fondo nos falta madera de héroes, y todos cuando pensamos en lo que nos gustaría hacer, acabamos por ser “realistas” porque hemos dejado de creer en las grandes gestas y nos resignamos.
Y con una Iglesia como la que tenemos, a la que tanto debe el mismo país que la denosta tantas veces, lo primero que tendríamos que hacer es darnos cuenta del enorme potencial que atesoramos…
Si unos cuantos sindicalistas bien organizados lo pueden hacer…qué no podríamos hacer si despertáramos…¿qué pasaría entonces si la Iglesia se pusiera en huelga por un día?
“Me dices que sí, que quieres,-Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? -¿No?- Entonces no quieres” (Camino 316)