De un bebé que nace con 23 semanas de gestación y sobrevive
por Luis Antequera
Siempre me he preguntado en dónde se halla el umbral en el que hoy día se halla la viabilidad, definida como posibilidad de sobrevivir, de un feto prematuramente nacido. Pues bien, parece que ya se ha conseguido salvar la vida de algún feto con 22 semanas de gestación. Como quiera que sea, publica el diario británico Daily Mail que en el Reino Unido se ha producido el nacimiento prematuro de dos mellizos, uno de ellos una niña, Amelia Hope, con 23 semanas de gestación, y el otro, su hermano, una semana después, con 24, y que los dos han sobrevivido.
Fíjense Vds., se trata apenas de nueve semanas más que los fetos que con la Ley Aído –orgullosa puede estar la jovencita de haber ligado su nombre a semejante legado-puede una mujer abortar a voluntad, y sólo una semana más del plazo en que esa misma mujer puede extraer de su cuerpo y eliminar igualmente, si el mismo viene acompañado de una tara (¡qué lenguaje, por Dios!).
Pero es que en el caso británico la cosa es aún más grave, pues el plazo en el que el aborto es libre, se va en el Reino Unido hasta las veinticuatro semanas, quiere ello decir según se extrae de la noticia que comentamos, fetos perfectamente viables. Tanto así que según informa el propio diario inglés, con el desarrollo que un embrión alcanza en 23 semanas, no sólo estos gemelos felizmente rescatados de la muerte, sino hasta un 40% de los niños nacidos en parecidas circunstancias, prácticamente la mitad, habrían sobrevivido, serían y son, en suma, viables al día de hoy.
Todo lo cual, como se pueden Vds. imaginar, está produciendo el debate que no podía demorarse más en el Reino Unido sobre una ley, la de aborto, que es cruel e inhumana donde las haya. Y ello, en un ámbito, el de las leyes de aborto, donde la más benévola de las leyes es cruel e inhumana.
Noticias como la presente nos dan cuenta, como tantas otras, de la versatilidad de los caminos por los que el ser humano transita al día de hoy, capaces, como somos, de lo mejor, en este caso posibilitar la vida a niños que por poco superan la mitad de su gestación aun fuera de ese refugio seguro que es el vientre materno... Pero también de lo peor, la eliminación, en este caso y con la misma gestación, de otros niños dentro de ese que hemos definido, porque así debería ser, el refugio más seguro. Donde la única diferencia no es otra que la mera voluntad de una madre, sin más tapujo, sin más condición, sin más circunstancia. ¿Cabe mayor abyección?
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