¿Sabemos si nuestras oraciones llegan a Dios? ¿Y qué tiene que ver el Espíritu Santo con la oración?
Debemos repetir continuamente: «Ven, Espíritu Santo, ven y ayúdame a orar»
495. ¿Podemos estar seguros de que nuestras oraciones alcanzan a Dios?
Nuestras oraciones, hechas en el nombre de Jesús, llegan allí donde llegaban también las oraciones de Jesús: al corazón del Padre celestial. [2664-2669, 2680-2681]
Cuanto más confiemos en Jesús, tanto más seguros podemos estar de esto. Porque Jesús nos ha abierto de nuevo el camino del cielo que estaba cerrado para nosotros por el pecado.
Dado que Jesús es el camino hacia el Padre, los cristianos concluyen sus oraciones con la fórmula "por Jesucristo, nuestro Señor".
496. ¿Para qué necesitamos cuando rezamos al Espíritu Santo?
La Biblia dice: "Nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" (Rom 8,26). [2670-2672]
Orar a Dios sólo se puede hacer con Dios. Que nuestra oración llegue ante Dios no es únicamente un mérito nuestro. Los cristianos hemos recibido el Espíritu de Jesús, que anhelaba intensamente ser uno con el Padre: ser totalmente amor, escuchar plenamente al otro, entenderse mutuamente del todo, querer todo lo que quiere el otro.
Este Espíritu Santo de Jesús está en nosotros, y habla dentro de nosotros cuando oramos. En el fondo, orar significa que desde lo hondo de mi corazón Dios habla a Dios.
El Espíritu Santo ayuda a nuestro espíritu a orar. Por eso debemos repetir continuamente: "Ven, Espíritu Santo, ven y ayúdame a orar".