Misa y sacramentos: la lección de un obispo americano
“Hemos sido llamados por Cristo y ordenados para servir al pueblo de la diócesis de Las Cruces (Nuevo México), para llevar esperanza y consuelo en estos tiempos difíciles”: con estas palabras, Peter Baldacchino -único obispo que lo ha hecho en Estados Unidos- ha decidido volver a celebrar misas en público y ha pedido a los sacerdotes de su diócesis que hagan lo mismo, naturalmente manteniendo las precauciones establecidas por el Estado.
Baldacchino no es un inconsciente, un ignorante ajeno al dolor que ha repartido el coronavirus a manos llenas. Todo lo contrario. En la carta que ha escrito a los fieles de la diócesis, especifica que ha sido precisamente el sacrificio heroico de dos de sus más queridos amigos sacerdotes, muertos por coronavirus, el que lo ha impulsado a revisar su postura anterior.
“Aunque es cierto que tenemos que adoptar todas las precauciones razonables para reducir el contagio del coronavirus, no es menos cierto que, como sacerdotes, tenemos que ofrecer a la población el servicio más importante y esencial de todos. Las semanas pasadas han sacado a la luz muchas consecuencias imprevistas de la política de quedarse en casa”: las peticiones de ayuda a los servicios de salud mental han aumentado un 891%, y ha crecido a nivel exponencial la violencia en el interior de las paredes del hogar. “Hablando con franqueza”, las personas encerradas en casa, con inciertas perspectivas de trabajo y el terror a enfermar, “necesitan sobre todo de una palabra de esperanza”.
“Debemos anunciar la vida eterna en Jesucristo. Precisamente la urgencia de esta noticia impulsó a los apóstoles a evangelizar, y esa urgencia, por cierto, no ha disminuido en nuestros días. Cristo está vivo y nosotros somos sus embajadores”. Las misas televisivas, constata, suponen un intento de llenar un vacío, “pero siempre he estado convencido de que no es suficiente”.
El obispo de la pequeña diócesis de Las Cruces toca luego un punto delicado que no concierne solo al estado de Nuevo México ni solo a Estados Unidos. Baldacchino recuerda que recientemente el estado de Nuevo México excluyó a las iglesias de la lista de “servicios esenciales”: “Discrepo enérgicamente. Al tiempo que contamos diariamente las víctimas de la epidemia, nos olvidamos de todos aquellos que mueren espiritualmente”. Los sacerdotes “pueden y deben continuar ejerciendo su ministerio. Los fieles no deben ser privados de los sacramentos, en particular cuando su vida está en peligro”.
Desde que existe, la Iglesia se enfrenta al poder temporal. Desde que existe, la Iglesia defiende su libertad frente al poder temporal. Desde que existe, la Iglesia expone la vida de sus ministros (y no solo de ellos) en defensa de la libertad religiosa. En defensa del anuncio de la victoria sobre la muerte.
Los cristianos no pueden plegarse sin rechistar a las disposiciones de quienes consideran la realidad terrena como la única que vale la pena tener en cuenta.
Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Carmelo López-Arias.
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