La ONU nunca ha tenido un baluarte provida como Trump
por Austin Ruse
Como ella misma reconoce, la ONU pretende imponer el aborto –al que denomina “salud reproductiva”– en todo el mundo. Es un proyecto que lleva veinticinco años en curso y arranca no más allá de 1994, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo. (Fue allí donde católicos y evangélicos fueron despertados por el Papa San Juan Pablo II.)
Esta semana, Estados Unidos se unió oficialmente a la resistencia provida. El presidente Donald Trump dijo en la Asamblea General de la ONU que “los estadounidenses nunca se cansarán de defender la vida inocente. Somos conscientes de que muchos proyectos de Naciones Unidas han intentado afirmar un derecho global al aborto libre con financiación pública, incluso hasta el momento del nacimiento. No es asunto en absoluto de los burócratas mundiales atacar la soberanía de las naciones que desean proteger la vida inocente".
(Audio con doblaje.) La histórica intervención de Donald Trump ante la 74ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el 24 de septiembre de 2019, defendiendo la soberanía de las naciones ante el mundialismo. A partir del minuto 29:19 puede escucharse su defensa de la libertad religiosa primero y de la vida del no nacido después, aunque el doblador no traduce la alusión del presidente norteamericano al aborto. Pincha aquí para leer el discurso completo en español.
Trump lo dice a la perfección. Su afirmación es tan precisa que me habría gustado decir que la escribí yo mismo. Todos en el Center for Family and Human Rights (C-Fam) hemos estado sosteniendo esto mismo en las Naciones Unidas durante más de veinte años. Puedo decir con conocimiento de causa que ni siquiera George W. Bush hizo nunca un llamamiento tan apasionado en defensa del no nacido.
Se ha hablado menos, pero es incluso más importante, de la carta preparada por el presidente Trump y firmada por 19 gobiernos. La carta anunciaba que ni siquiera aceptarán el lenguaje cifrado abortista, del tipo “salud reproductiva”, en un nuevo e importante documento mundial sobre la salud.
Una intervención y un documento también históricos: Alex Azar, secretario de Estado de Sanidad de Estados Unidos, anuncia la firma de un documento contrario al aborto firmado por 19 países: Estados Unidos, Rusia, Brasil, Polonia, Hungría, Bielorrusia, Guatemala, Bahamas, República Democrática del Congo, Egipto, Guatemala, Haití, Irak, Libia, Mali, Nigeria, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Yemen.
Debe señalarse que el término “salud reproductiva” se incorporó por primera vez a un tratado vinculante bajo el mandato de Bush hijo. Fue un desastre, tal vez la derrota provida más significativa padecida jamás en la ONU. George el Caballero podría haberlo impedido, pero no lo hizo. Trump el Vulgar habría liquidado el término sin piedad.
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Nuestros superiores morales, intelectuales y políticos nos dicen ad nauseam que tenemos que rechazar a Trump. Nos dicen que hemos vendido nuestras almas por un plato de lentejas.
Los analistas políticos evangélicos Michael Gerson y Peter Wehner [conservadores] reciclan una vez tras otra básicamente la misma columna atizándole a Trump. Periódicamente, David French [conservador] se une en National Review [revista conservadora fundada por William Buckley en 1955] a la lucha anti-Trump. Le escandaliza que los cristianos puedan apoyar a Trump y dice que, con nuestro apoyo al presidente, hemos arruinado completamente el movimiento provida y el movimiento conservador para una generación, como mínimo.
Por cierto, que Gerson y Wehner formaron parte de la Administración de George W. Bush; Wehner también sirvió con Bush padre y Reagan. Lo diré una vez más, porque es crucial: ningún presidente estadounidense ha hecho una aformación provida tan fuerte como Donald Trump hizo esta semana en la ONU: ni Bush padre, ni Bush hijo, ni siquiera Reagan.
Y recordad que Trump está prácticamente solo en esto. Los provida en las Naciones Unidas se enfrentan a una oposición cerrada por parte de elementos en el interior del gobierno estadounidense (particularmente en el Departamento de Estado) que consideran el aborto como un sacramento. El presidente Trump ha tenido que lidiar muy duramente con la burocracia para hacer lo que quiere. La aclamada provida Nikki Haley no hizo maldita cosa por la causa cuando fue nuestra embajadora ante las Naciones Unidas. Llegó allí para impulsar una política exterior y se mantuvo al margen del debate del aborto.
Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur, ha sido embajadora de Estados Unidos ante la ONU los años 2017 y 2018. Su reemplazo en esa fecha, en pleno acuerdo con Trump, desató muchos rumores sobre una eventual mayor proyección política en el futuro. Aunque siempre ha sido firmemente provida, Austin Ruse lamenta su inacción durante el tiempo que estuvo en ese cargo.
Más aún, los provida tuvieron que batallar con algunos miembros del equipo de Haley y del Departamento de Estado. Una mujer que era un baluarte provida y tenía un puesto de primer nivel en el Departamento de Estado fue perseguida por burócratas funcionarios que se unieron contra ella. Otra persona de gran importancia en Usaid [Agencia de los Estados Unidos para del Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés] fue vilipendiada por la prensa de izquierdas por decir: “Ésta es una Administración provida”. ¿Cómo conoció la prensa de izquierdas esta afirmación? Fue desvelada por sus compañeros, que iban a por ella.
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Dada la acalorada reacción ante el lenguaje anti-aborto de Trump, incluso en el seno de nuestro propio gobierno, resulta aún más notable que Trump haya llevado este asunto tan lejos. Incluso nosotros, veteranos ya como defensores de la vida en la ONU, estamos sorprendidos de lo lejos que ha llegado. Éstas no son actuaciones de un político que simplemente está complaciendo a los conservadores religiosos: Trump cree en ello de verdad.
Pensemos en qué teníamos antes. Los representantes del Partido Republicano proclaman su apoyo a la causa provida; pero, llegado el momento, están encantados de sacrificar a los no nacidos ante una causa que les gusta más (cambiar el régimen iraquí, por ejemplo). Sospecho que Nikki Haley es una de esos provida “pragmáticos”: lo bastante provida para pedir nuestro voto, pero no tanto como para irritar al establishment de la política exterior.
Trump, por el contrario, está desafiando a las burocracias de Estados Unidos y de las Naciones Unidas en nombre de la causa provida. ¿Quién podía preverlo? Desde luego, no algunos intelectuales católicos (la mayor parte de ellos, amigos míos) que intentaron convencernos a toda costa de que “no era católico” apoyar al entonces candidato Trump. Todavía estoy esperando que alguno admita que tal vez sus cálculos eran erróneos.
¿Qué pasará ahora en la ONU? La batalla continúa. Que nadie piense que las fuerzas proaborto de la ONU, el Departamento de Estado, el Usaid e incluso la Casa Blanca vayan a hacer las maletas y marcharse. Lo que harán nuestros adversarios es redoblar sus esfuerzos. Pero, como hemos visto esta semana, los provida tienen un aliado claro y decidido en el líder del mundo libre. ¿Quién lo habría pensado?
Publicado en Crisis Magazine.
Traducción de Carmelo López-Arias.