Disparates de la ideología de género
Sería el hombre más feliz del mundo si alguien me probara que la ideología de género no existe. A todos nos cuesta admitir nuestros errores y sobre todo al inicio, pero si de algo estoy seguro es que me encantaría estar equivocado en este caso particular, me encantaría creer que solo fue una pesadilla y que al amanecer todo será mejor. Lastimosamente, todo indica que es más real de lo que quisiera.
En días pasados, Ariel Mata Williams escribió un artículo en El Mundo CR, aduciendo que la ideología de género es un caso de la falacia del hombre de paja. Él explica que la falacia «consiste en tergiversar la postura contraria, para de esa forma debatir contra una versión caricaturizada de esta». Más adelante Mata se pregunta, ¿qué es más fácil, leer a Michael Foucault, Simone De Beauvoir y Judith Butler, o reducir todo a una conspiración?, a lo que responde, obviamente lo segundo. Pero el error del autor no está en preguntar qué cosa es más fácil, su error es considerar que quienes hablan con propiedad de estos autores no los han estudiado o los tergiversan al propio. La pregunta del millón sería, ¿lo que estos autores proponen es realmente descabellado o son ideas razonables y científicas?, ¿sus ideas se caricaturizaron en algo que no es (hombre de paja), o son tan radicales que destruyen al propio ser humano (ideología de género)? Partiendo de esta interrogante, me dispongo a citar una serie de renombrados autores para demostrar que la ideología de género sí existe.
Niegan los datos biológicos de la sexualidad
Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), «la asignación del sexo no es un hecho biológico innato». En menos de una línea hay tres grandes errores, porque el sexo sí es un hecho, sí es biológico y sí es innato. Un examen de cariotipo nos revelaría que estamos hablando no de una creencia o un concepto abstracto como la “paz”, sino que es una realidad concreta, material y codificada en nuestro ADN. Además, es innato porque su existencia prima desde la concepción y no se adquiere de forma externa a través de ósmosis, radiación o cualquier otra forma. El sexo es algo tan real que puede detectarse haciendo un examen de sangre a la madre durante su embarazo, y también es tan real como que el Gobierno de Costa Rica asumió dicha definición a través del Decreto 38999-MP durante el mandato de Luis Guillermo Solís. Esto es lo que algunos llaman las teorías de la conspiración, pero en realidad no lo es. Una conspiración se hace a escondidas, esto se hace abierta y descaradamente. Primero un ente internacional adopta una visión ideológica de la sexualidad, luego nuestro país vía decreto asume una definición acientífica del “sexo”, posteriormente la misma CIDH impone mediante una "Opinión Consultiva" modificar nuestras leyes y finalmente la Sala Constitucional determina que hay que quitar el sexo de la cédula porque violenta Derechos Humanos.
Niega la humanidad
Negar la biología es negar a la humanidad misma, pero lo ideología de género va más allá hasta el punto de humanizar a los animales. El reconocido biotecista Peter Singer, en su libro Repensar la vida y la muerte, escribe lo siguiente: «Hay otras personas en este planeta. La prueba de que son personas es hoy en día más concluyente para los monos superiores, pero con el tiempo se podrá demostrar que las ballenas, los delfines, los elefantes, los perros, los cerdos y otros animales también son conscientes de su propia existencia en el tiempo y pueden razonar. Por tanto, también se les tendrá que considerar personas» (Paidós, Barcelona, España, 1997 [1994], pág. 181).
Por otro lado, el youtuber trans Ophelia Pastrana dedicó uno de sus videos al tema de los trans-especie, es decir, personas que dicen realmente ser un animal. En dicho video él afirma que «si nosotros podemos reasignar sin ningún problema que una persona con pene puede ser una mujer, por qué no podemos reasignar que un animal cuadrúpedo que tiene percepciones completamente diferentes de la vida y piensa además completamente diferentes puede o no puede ser humano». Incluso llega a decir que ser trans-especie «no es para nada diferente al discurso [transexual] de: “Um es que sabes que yo nací en el cuerpo que no era”» y por eso anima a respetarlos y no llamarlos locos porque él conoce a «muchos hombres trans o muchas mujeres lesbianas que me hablan de su pene imaginario».
Destruye la infancia a través de la pedofilia
La biología no es solo lo que nos hacer ser varón o mujer, y lo que nos diferencia de los animales, sino que también es lo que marca la diferencia entre un adulto y un niño. En 1948 Kinsey ya reportaba que «en muchos niños varones se produce orgasmo y es probable que en una sociedad sin inhibiciones la mitad o más de ellos alcanzarían el clímax a los tres o cuatro años de edad y casi todos lo experimentarían de tres a cinco años antes de la adolescencia» (Kinsey-Pomeroy-Martin, Conducta sexual del varón, Interamericana, México, 1949, pág. 159). Años más adelante, en 1964, Ullerstam escribiría: «Me niego, no obstante, a aceptar que a priori se les despoje [a los pedófilos] de ese derecho a satisfacer sus inclinaciones» (Las Minorías Eróticas, Revista Española de Sexología, nº 93-94, Madrid, España, 1999, pág. 72). Para 1973 la feminista Firestone concluía que «es posible que el niño establezca sus primeras relaciones físicas estrechas con gente de su propia talla por mera conveniencia física […] pero, de no ser así, si el niño escogiera la relación sexual con los adultos, aun en el caso de que escogiera a su propia madre genética, no existirían razones a priori para que ésta rechazara sus insinuaciones sexuales, puesto que el tabú del incesto habría perdido su función» (La dialéctica del sexo, Kairós, Barcelona, España, 1976, pág. 299). Todos los anteriores autores se caracterizaron por aprobar claramente la pedofilia.
Más actualmente y de forma más ambigua, en pleno siglo XXI, Weeks escribe: «Es posible que proteger a los niños se acepte universalmente (pero ¿qué es un niño? ¿A qué edad debería considerarse capacitado para consentir a tener actividad sexual?)» (Lenguajes de la sexualidad, Nueva Visión, Buenos Aires, Argentina, 2012, pág. 222). Este autor, en el libro de donde se ha extraído el texto previo, en varias ocasiones cita a Plummer y hasta le agradece sus aportes, sin que el lector advierta que se trata de un exmiembro del grupo propedófilo PIE (Pedophile Information Echange) [en esta entrada en su blog personal, Plummer admite haberse unido a PIE para obtener más información sobre sus actividades; es importante destacar que esto no fue una operación policial, no había algún permiso especial ni se tomaron medidas contras los miembros de PIE.], del cual su cofundador, Tom O’Carrol, en una entrevista hecha en el 2015, reafirma que PIE propuso la edad de consentimiento sexual a los cuatro años. Otros casos recientes de como se ha disfrazado la pedofilia como una expresión artística, los he expuesto en un anterior artículo titulado “¿El Arte de la Pedofilia?”.
Conclusión
Todos los referentes que he citado tienen dos puntos en común, primero, que gozan de una altísima autoridad y validación, y segundo, que el punto de partida de todas sus afirmaciones reside en la negación de la biología y de la naturaleza propia del ser humano. Los autores mencionados no son desconocidos, un personaje dentro del ciberespacio que se puso a escribir cosas ilógicas, son personas que han penetrado profundamente en una línea de pensamiento y hay llevado el pensamiento de género a sus últimas consecuencias. Si lo que pretendes es ser respetuoso de los gustos sexuales del otro, la solución no es fingir que la biología no existe, es irse a tomar un café con esa persona, respetar sus decisiones y tratarla con dignidad, pero en el momento en que te diga que su cuerpo no es lo que es, o que la sexualidad es tan solo una construcción social del patriarcado, tienes derecho a disentir y a no fomentar esas ideas.
Finalmente quiero decir que soy muy consciente que me dirán que estoy citando casos aislados. Ante esto dos ideas claras, primero, si las propuestas de género son tan sensatas, no debería ser tan fácil para mí citar autores de alto nivel académico expresando brutalidades de este tipo, y segundo, la ideología de género no es algo que se inventaron un grupito de personas intolerantes que odian y ofenden a personas homosexuales, son frases, libros, propuestas y teorías reales que niegan en mayor o menor medida la biología y las ciencias puras. Espero que al menos el lector con juicio crítico pueda reconocer que lo aquí citado es grave y que esto, al menos esto, podría llamarlo ideología de género y es dañino.
Publicado en El Mundo (Costa Rica).