C.S. Lewis: además de Narnia, el apologista
por Fabio Piemonte
El cristianismo de Clive Staples Lewis (1898-1963) no es solo el que trasluce bajo el velo de la alegoría en su extraordinaria narración fantástica Las Crónicas de Narnia. El autor inglés aborda los grandes temas de la fe cristiana, en particular la bondad y la omnipotencia divinas, la caída del hombre, el pecado y sus consecuencias, y en especial el dolor humano y la muerte, en una serie de ensayos contenidos en El problema del dolor y publicados en 1940.
En el prefacio a El problema del dolor, escribe: “Si alguna parte del libro es ‘original’, entendiéndose por esto último algo nuevo o no ortodoxo, lo es contra mi voluntad y producto de mi ignorancia”, mostrando así su propia vocación intelectual de auténtico apologista. Profesor en Oxford desde 1925, compañero y amigo de Tolkien, Lewis pasó de la intuición ideal de la existencia de Dios a la conciencia de su presencia en la vida cotidiana, y de ahí, del anglicanismo, a una fe católica vivida como experiencia y encuentro con Cristo. Del mismo modo, todo lo que especuló en El problema del dolor confluyó con la experiencia personal del dolor que vivió tras la muerte de su esposa y que contó en Una pena en observación.
Sobre la cuestión del amor y de la omnipotencia del Creador, afirma que “la bondad divina difiere de la nuestra… no como el blanco del negro, sino tal como un círculo perfecto difiere del primer intento de un niño por dibujar una rueda”, por lo que la obligación de la criatura es responder generosamente a esa llamada de su Creador al amor.
“Nuestra mayor actividad debe ser de respuesta, no de iniciativa (…)”, escribe Lewis, “dado que… la posibilidad misma de amar es un regalo suyo, y… nuestra libertad es solamente una libertad para dar una mejor o peor respuesta”. Con una claridad apabullante y sin términos medios, precisa al respecto, siempre según la doctrina cristiana, “que cuando queremos ser algo diferente a aquello que Dios quiere de nosotros, estamos deseando algo que, de hecho, no nos hará felices”.
En relación al tema del dolor, lo define como “el rudo sabor viril de la realidad, no hecha por nosotros ni para nosotros, pero que nos golpea el rostro”. En ocasiones, el dolor puede ser “el toque magistral”, una iluminación de la inteligencia que evita que podamos “tranquilamente permanecer en nuestros pecados y estupideces”. De hecho, “el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en nuestros dolores: es su megáfono para despertar a un mundo sordo”. En este sentido, el dolor se comporta entonces como un arma de doble filo -y el autor de Las Crónicas de Narnia lo sabe bien- en cuanto que si, por un lado, puede conducir “a la rebelión final y sin arrepentimiento”, por el otro, mucho más deseable, “otorga al hombre malvado la única posibilidad que puede tener para enmendarse”, porque “descorre el velo, implanta la bandera de la verdad en el fuerte del hombre rebelde”.
Sobre el fin último de las almas y los novísimos, el autor inglés destaca que si, para los condenados, “las puertas del infierno están cerradas por dentro” porque son “esclavos de sí mismos”, los bienaventurados, por el contrario, “al someterse por siempre a la obediencia, se vuelven más y más libres a través de toda eternidad”. El premio que aguarda a las almas fieles es el paraíso, en el que Dios se entrega eternamente a sus criaturas y donde todos, en comunión perfecta de amor y de paz, son libres para exclamar con alegría: 'Finalmente, esto es justo para lo que fui creado'.
Fabio Piemonte es historiador y colaborador en diversas publicaciones católicas italianas.
Traducción de Carmelo López-Arias. Para los textos de Lewis se ha utilizado la traducción de Susana Bunster.