La pasarela de los hipócritas
Y esta patulea de mandatarios que lloriqueaban por los caricaturistas de Charlie Hebdo, lacayos del Nuevo Orden Mundial como ellos (aunque mucho peor remunerados), montarán entonces otra pasarela de los hipócritas, mientras las masas gregarias que antes los acompañaban son degolladas por los invasores
Tras la última masacre perpetrada por Boko Haram, el arzobispo Kaigama solicitaba que se organizase en Nigeria una manifestación como la que ha tenido lugar en París, con asistencia de multitud de mandatarios. ¡No lo verán sus ojos! Porque esos mandatarios que fueron a París son una patulea de la peor calaña, felpudos del Nuevo Orden Mundial que cada día provocan o permiten masacres en los arrabales del atlas sin que les tiemble el pulso; pero que, ante el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo, lacayos del Nuevo Orden Mundial como ellos (aunque mucho peor remunerados), se reúnen en una pasarela de los hipócritas para llorar como meretrices disfrazadas de plañideras sobre la leche derramada por ellos mismos.
Esta patulea de mandatarios puede decir con plena propiedad (no como las masas gregarias que se apuntaron al lema, sin saber lo que decían): «Yo soy Charlie Hebdo». Y es que, en efecto, al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoyó los bombardeos de Libia y a los «rebeldes» que, tras asesinar a Gadafi, han macheteado cristianos a mansalva; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoyó a los «rebeldes» que se levantaron en Siria y han crucificado o decapitado cristianos a porrillo; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea ha apoyado los ataques desproporcionados de Israel a los palestinos; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoya las matanzas de inocentes que la marioneta Poroschenko ordena en el Donbass; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea odia minuciosamente a Rusia, porque teme que sea la tercera Roma profetizada por Filoteo; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea mira con complacencia a las guarras de Femen (también presentes en la manifestación, esta vez muy morigeradamente vestiditas); al igual que Charlie Hebdo, esta patulea considera que ETA es un movimiento de liberación que ponía bombas para que su onda expansiva masajease y realzase las tetas de las bañistas, según se celebraba en una portada especialmente repugnante de Charlie Hebdo. Caiga sobre Rajoy la ignominia de haberse solidarizado con quienes hicieron escarnio de la sangre derramada por los etarras.
La patulea congregada en París no tiene otra misión en la vida sino acatar los designios inicuos del Nuevo Orden Mundial hasta cumplir su objetivo último, que es de naturaleza anticrística. Y tal objetivo se desarrolla según dos procedimientos: en los arrabales del atlas, azuzando a los islamistas, bien mediante el patrocinio bien mediante el enviscamiento; en Occidente, impulsando el laicismo, hasta convertir la derruida Cristiandad en un páramo apóstata. Porque islamismo y laicismo son, como la Bestia del Mar y la Bestia de la Tierra del Apocalipsis, dos instrumentos que el Nuevo Orden Mundial maneja simultáneamente con el propósito común de erradicar el cristianismo; huelga añadir (basta con leer a Kavafis) que el día en que el islam decida dar la puntilla al Occidente apóstata, nadie le opondrá resistencia, porque los pueblos que han renegado de su fe son masas blandulosas y genuflexas; y porque morir en defensa del laicismo es tan ridículo como hacerlo en defensa del sistema métrico decimal.
Y esta patulea de mandatarios que lloriqueaban por los caricaturistas de Charlie Hebdo, lacayos del Nuevo Orden Mundial como ellos (aunque mucho peor remunerados), montarán entonces otra pasarela de los hipócritas, mientras las masas gregarias que antes los acompañaban son degolladas por los invasores. Sólo que esta vez no fingirán consternación, sino júbilo; y, en vez de posar erguidos ante las cámaras, posarán prosternados en dirección a La Meca, proclamando: «¡Alá es grande!».
© Abc
Esta patulea de mandatarios puede decir con plena propiedad (no como las masas gregarias que se apuntaron al lema, sin saber lo que decían): «Yo soy Charlie Hebdo». Y es que, en efecto, al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoyó los bombardeos de Libia y a los «rebeldes» que, tras asesinar a Gadafi, han macheteado cristianos a mansalva; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoyó a los «rebeldes» que se levantaron en Siria y han crucificado o decapitado cristianos a porrillo; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea ha apoyado los ataques desproporcionados de Israel a los palestinos; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea apoya las matanzas de inocentes que la marioneta Poroschenko ordena en el Donbass; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea odia minuciosamente a Rusia, porque teme que sea la tercera Roma profetizada por Filoteo; al igual que Charlie Hebdo, esta patulea mira con complacencia a las guarras de Femen (también presentes en la manifestación, esta vez muy morigeradamente vestiditas); al igual que Charlie Hebdo, esta patulea considera que ETA es un movimiento de liberación que ponía bombas para que su onda expansiva masajease y realzase las tetas de las bañistas, según se celebraba en una portada especialmente repugnante de Charlie Hebdo. Caiga sobre Rajoy la ignominia de haberse solidarizado con quienes hicieron escarnio de la sangre derramada por los etarras.
La patulea congregada en París no tiene otra misión en la vida sino acatar los designios inicuos del Nuevo Orden Mundial hasta cumplir su objetivo último, que es de naturaleza anticrística. Y tal objetivo se desarrolla según dos procedimientos: en los arrabales del atlas, azuzando a los islamistas, bien mediante el patrocinio bien mediante el enviscamiento; en Occidente, impulsando el laicismo, hasta convertir la derruida Cristiandad en un páramo apóstata. Porque islamismo y laicismo son, como la Bestia del Mar y la Bestia de la Tierra del Apocalipsis, dos instrumentos que el Nuevo Orden Mundial maneja simultáneamente con el propósito común de erradicar el cristianismo; huelga añadir (basta con leer a Kavafis) que el día en que el islam decida dar la puntilla al Occidente apóstata, nadie le opondrá resistencia, porque los pueblos que han renegado de su fe son masas blandulosas y genuflexas; y porque morir en defensa del laicismo es tan ridículo como hacerlo en defensa del sistema métrico decimal.
Y esta patulea de mandatarios que lloriqueaban por los caricaturistas de Charlie Hebdo, lacayos del Nuevo Orden Mundial como ellos (aunque mucho peor remunerados), montarán entonces otra pasarela de los hipócritas, mientras las masas gregarias que antes los acompañaban son degolladas por los invasores. Sólo que esta vez no fingirán consternación, sino júbilo; y, en vez de posar erguidos ante las cámaras, posarán prosternados en dirección a La Meca, proclamando: «¡Alá es grande!».
© Abc
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