Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

¿Hay católicos en Cataluña?


Yo no sé si el erial secularista que afecta la Iglesia católica en Cataluña, procede del complejo de no querer aparecer como católicos –aparte del agobiante nacionalismo que lo desertiza todo-, o la inversa, que sus instituciones y asociaciones no se llaman católicas porque son víctimas del laicismo dominante. Ya me gustaría que los colegas de Germinans me aclarasen este enigma.

por Vicente Alejandro Guillamón

Antes de nada quiero expresar mi total adhesión a las manifestaciones a favor de la vida que el domingo tuvieron lugar en numerosas ciudades de España. Había escrito un artículo en ese sentido para publicarlo esta semana aquí, pero los misteriosos duendes de la informática que andan sueltos por los ordenadores, se lo tragaron enterito cuando ya lo tenía prácticamente acabado, y no ha habido forma de recuperarlo. Quede constancia al menos de mi frontal oposición al genocidio de santos inocentes, facilitado desde el Poder. Vayamos a Cataluña, donde reside y ha echado raíces toda mi familia materna y no pocos flecos de la paterna, aunque si por una terrible desgracia se hundiese la techumbre de todos los templos del Principado, no creo que pillara debajo a ninguno de mis numerosos parientes. Buena gente todos ellos, pero víctimas del indiferentismo religioso –aunque no necesariamente enemigos- tan común a tantísimos españoles, catalanes incluidos. Sólo una prima hermana es practicante, pero de la “Iglesia” de los Santos de los Últimos Días (mormones), nada raro en Barcelona y sus colonias, paraíso de sectas y grupúsculos seudo religiosos. En Cataluña ocurre un extraño fenómeno que no acierto a explicarme. Allí no abundan las instituciones eclesiales o apostólicas que se adjetiven católicas. Lo suyo es llamarse cristianas, como si se tratara de lugares comunes a todas las confesiones que tienen a Cristo como cabeza y Señor. Así tenemos el periódico semanal “Cataluña cristiana”, E-cristians, Cristianisme i Justicia, Cristianisme segle XXI, etc. A mí, esa no identificación católica me alarma, porque fui testigo de la evolución de algún movimiento seglar desde lo concreto a lo genérico y, finalmente, al radicalismo político, con consecuencias nefastas. El Hogar del Trabajo (variante de las Congregaciones marianas de los jesuitas), con los Luises Obreros, crearon las Vanguardias Obreras, seguidamente fundaron la AST (Asociación Sindical de Trabajadores), integradas luego en las Comisiones Obreras cuando ya se habían apoderado de ellas los comunistas, disolvieron el Hogar y acabaron fundando la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), de filiación maoísta. No había otra fracción marxista más extremosa, como no fueran ya las bandas terroristas. Habían pasado del pietismo a veces un tanto ardoroso, al ateísmo beligerante. En la JOC se produjo un fenómeno no diré que parecido, pero sí de algún modo diluyente. Empezó siendo la JOAC (Juventud Obrera de Acción Católica), movimiento especializado de la Juventud de Acción Católica. Luego se independizó como Juventud Obrera Católica, cuyo primer consiliario propio fue don Mauro Rubio, con el tiempo obispo de Salamanca, y presidente mi gran amigo “Pinón” (el asturiano José Antonio Fernández, al que pinté un retrato al óleo, regalo póstumo a Carmina, su mujer). Posteriormente dejaron a un lado lo de “católica” y pasó a ser “cristiana”, a continuación sus viejos directivos crearon la USO (Unión Sindical Obrera), encabezada por Eugenio Royo, sustituto de “Pinón” en la presidencia de la JOC, y acabaron todos en el PSOE, después de peripecias varias que no caben en un artículo. La HOAC, a su vez, sufrió una importante infiltración comunista, y la UNAS (Unión Nacional de Apostolado Seglar), muy politizada, terminó como el rosario de la aurora. Etc. Yo no sé si el erial secularista que afecta la Iglesia católica en Cataluña, procede del complejo de no querer aparecer como católicos –aparte del agobiante nacionalismo que lo desertiza todo-, o la inversa, que sus instituciones y asociaciones no se llaman católicas porque son víctimas del laicismo dominante. Ya me gustaría que los colegas de Germinans me aclarasen este enigma, o en todo caso cual es la causa de que haya tan poco apellido católico en el mustio panorama eclesial catalán, o si ello es efecto de la indigencia religiosa de la mayoría de las diócesis del Principado. En fin, no sé, pero sí sospecho que a menos identificación católica, menos vigor religioso, como si de una “ley física” se tratara de cumplimiento inexorable. Tanto si es así como si no es, espero que algún “bloguero” de la página, en particular Germinans, tenga la bondad de explicarlo. Seguro que los lectores lo agradecerán. Vicente Alejandro Guillamón
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