Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Presidenta, puede hacerse más contra la crisis


En todo caso es la única “Esperanza” que tienen los madrileños para superar cuanto antes la crisis, porque nada pueden aguardar del inútil Gobierno de ZP, enfrascado en facilitar la matanza de inocentes y el adoctrinamiento escolar, en lugar de resolver los gravísimos problemas que tiene el país.

por Vicente Alejandro Guillamón

La Presidenta de la Comunidad de Madrid –ya quisiera yo verla al frente del Gobierno nacional como una Ángela Merkel española en lugar del incompetente ZP- está tomando muchas medidas para reactivar la economía y paliar, en lo posible, los efectos devastadores de la gran crisis económica que padecesmo. Pero, pienso, que aún podría hacerse más para superar la crisis. En primer término forzar a los ayuntamientos y demás organismos públicos que dependan de la Comunidad, a pagar sus deudas a todos los proveedores de obras y servicios, en especial a los autónomos y PYMES. Es una tremenda injusticia que la administración caiga como lobo hambriento sobre el pequeño empresario que se retrasa un solo día en afrontar sus obligaciones fiscales, mientras que ramificaciones de la propia administración pasan meses y meses, acaso años, sin pagar lo que deben tal vez a esos mismos empresarios. Un escándalo de esa clase, como el de Loeches, no se puede seguir tolerando. Hay que terminar ya con el despilfarro de tanto ayuntamiento y la irresponsabilidad de tanto edil, exigiéndoles pagar lo que deben, y si no tienen dinero, que lo abonen de sus sueldos. O, en último término, declararles en suspensión de pagos e inhabilitarles para seguir ejerciendo cargo público alguno. Cualquier medida menos que los granujas que han provocado esos agujeros se vayan de rositas. En segundo término habría que suprimir muchas normas y reglamentos que tanto dificultan el libre ejercicio de la actividad económica y que bien miradas no tienen otro objetivo que mantener al ciudadano atado corto, sobre todo a los empresarios que proporcionan empleo y producen riqueza. Y no le digo nada de los miles de funcionarios innecesarios, porque no quiero colocarla en un aprieto. Tras la guerra civil, los destrozos causados en el tejido productivo por el propio conflicto, la escasez inicial de alimentos y, sobre todo, el ordenancismo que impedía, es decir, prohibía, el libre comercio en todas direcciones, provocó una verdadera hambruna y convirtió a todos los españoles en delincuentes, unos por comprar y otros por vender en el mercado negro. En Madrid, el barrio de Delicias, el de los ferroviarios, se convirtió en un gran santuario del estraperlo, donde los madrileños acudían diariamente en peregrinación para comparar lo que no había en las tiendas pero sí, como era evidente, en el mercado delictivo, aun pagando más de lo que realmente valía, porque había que comer pagar el sobreprecio de la inseguridad jurídica. El Estado, en su afán de reglamentarlo y controlarlo todo, convirtió a todos los españoles en chorizos, y a los inspectores de la Fiscalía de Tasas, los verdaderos chorizos porque se dejaban sobornar con toda facilidad, en los grandes magnates de un sistema inicuo y corruptor. Tan ignominiosa y coactiva situación desapareció como por ensalmo cuando se liberalizó la actividad comercial, hacia el año cincuenta. Pero no crea, señora Presidenta, que las cosas son ahora muy, muy distintas que entonces, y por las mismas causas de hace tantos años. Las normas, los reglamentos, los trámites, las ventanillas, el papeleo, la mayoría de ellos absolutamente innecesarios, el enjambre de inspectores de toda clase de organismos que tiene acogotados y a veces amedrentados a los valientes que arriesgan su dinero y pelean para sacar adelante sus negocios y sus empresas –los verdaderos esforzados que pueden salvar al país-. ¿Por qué se ha producido tanta corrupción en el área de urbanismo de los municipios? Por el reglamentismo y el racionamiento del terreno urbanizable. Tanto afán de control ha provocado un alud de grandes y pequeño pelotazos y las monstruosidades urbanísticas que vemos en toda España. El agobio ordenancista produjo lo único que podía producir: picaresca, sobornos y pringue al por mayor y al detall. Siempre, siempre, sucede lo mismo. Conozco ahora mismo dos casos, que son realmente paradigmáticos del calvario “administrativo” que pasan aquellos emprendedores –si no es que están locos- que se atreven a montar actividades productivas. Uno es el de un colegio concertado que ha creado una cooperativa de profesores en Moralzarzal, cuya obra ha sido costeada arriesgando sus patrimonios personales en créditos bancarios. Pues bien, el colegio está totalmente terminado, amueblado y funcionando en barracones prefabricados debidamente homologados que cuestan una buena pasta de alquiler, sin embargo, el alcalde no termina de concederles la cédula de habitabilidad y la licencia de apertura. ¿Por qué?, ¿qué espera ese alcalde para que entre en pleno funcionamiento un centro con los últimos avances pedagógicos que ha creado sesenta puestos de trabajo y tiene ya todas las plaza escolares cubiertas. Un centro cuyo edificio no ha costado un solo céntimo al contribuyente. ¿Qué pasa en este país que se obstruye de tal modo la iniciativa privada, la única que realmente puede salvarnos a todos de la bancarrota total? El otro caso se refiere al Canal de Isabel II. Como todo servicio en régimen de monopolio, tiene capacidad más que sobrada para “putear” –perdón por la expresión- a los “clientes” de un mercado cautivo como este. El caso al que me refiero es el de un pequeño comerciante que, con la que está cayendo, se ha atrevido ampliar su pequeño negocio que dará trabajo a dos nuevos operarios. Compró un local, por supuesto con ayuda “externa”, ha hecho una importante reforma para acondicionarlo que ha dado obra a una empresa del ladrillo, que reciben estos encargos como lluvia caída del cielo, y ahora, que está todo listo, el Canal empieza a torearlo y no pude abrir el negocio. Debo aclarar que la obstrucción parte de la oficina de Colmenar Viejo, tristemente famosa en toda la sierra norte de Madrid, desde hace años, por el maltrato que da a los usuarios de la zona. Y la dirección lo sabe, pero no lo remedia. Si hubiera competencia, eso no pasaría. Admito, señora Presidenta, que erradicar tanto despotismo administrativo, práctica viciada y corruptela, no es tarea fácil, pero usted tiene talento y bemoles para eso y para más. En todo caso es la única “Esperanza” que tienen los madrileños para superar cuanto antes la crisis, porque nada pueden aguardar del inútil Gobierno de ZP, enfrascado en facilitar la matanza de inocentes y el adoctrinamiento escolar, en lugar de resolver los gravísimos problemas que tiene el país. Vicente Alejandro Guillamón
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