Pablo Domínguez Prieto
Siempre afable, siempre educado, siempre generoso en su trato. Era de esos sacerdotes de los que uno no duda que están llamados a desempeñar un papel importante en la vida de la Iglesia. Yo me imagino que su nombramiento como Obispo, tarea para la cual quizá el mayor obstáculo sería su juventud, estaría muy próximo.
Me acaban de dar una triste noticia: El fallecimiento, en un accidente de montaña, de Pablo Domínguez Prieto, Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso (Madrid). Lo conocía desde hace bastantes años, desde antes incluso de ser ordenados sacerdotes. Era literalmente coetáneo, pues nació en 1966. Además, sus vínculos familiares con Galicia hacían que su presencia entre nosotros fuese frecuente. La última vez que estuve con él fue en Toledo, a finales de diciembre de 2008. De Pablo sobresalía su capacidad intelectual. Especialista en Lógica y Filosofía de la Ciencia, destacan sus estudios sobre la Escuela de Varsovia, así como diversos artículos y publicaciones en el área de la Filosofía y de la Teología. Pero más allá de sus méritos académicos, que son muchos, se debe resaltar su calidad humana y sacerdotal. Siempre afable, siempre educado, siempre generoso en su trato. Era de esos sacerdotes de los que uno no duda que están llamados a desempeñar un papel importante en la vida de la Iglesia. Yo me imagino que su nombramiento como Obispo, tarea para la cual quizá el mayor obstáculo sería su juventud, estaría muy próximo. No tengo ánimos para escribir mucho más. Quede constancia, desde este blog, de mi pesar por su muerte, humanamente tan desconcertante e inexplicable. No están los tiempos que corren para derrochar talentos, pero Dios sabe más que nosotros. Guillermo Juan Morado, sacerdote y teólogo
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