Lo que va de España a Italia (caso Eluana)
El primer ministro Berlusconi, con todo lo que de él se quiera decir, está demostrando un compromiso inquebrantable con la causa de la vida. Algo que también se demostró hace unos años con aquel referendum en el que se quería proponer una ley de investigación biomédica que permitía la manipulación de embriones.
En el caso de Eulana, la joven italiana a la que quieren retirar alimentación e hidratación para acabar con su vida, se percibe la diferencia entre España e Italia, que quienes hemos tenido la suerte de vivir allí detectamos en su sociedad, pero que a mi siempre me fue difícil de calibrar. España e Italia son diferentes, sin duda, pero en algo más que el idioma, la pasta, la pizza o el capuccino. La sociedad italiana, o al menos el gobierno que democráticamente han elegido por mayoría, está comprometido con la vida, y no está dispuesto a que se atente contra la dignidad humana aún de una enferma en estado vegetativo. Allí reconocen que sigue siendo persona, que ésta es una condición que no se pierde nunca, aún en la más trágica de las enfermedades. El primer ministro Berlusconi, con todo lo que de él se quiera decir, está demostrando un compromiso inquebrantable con la causa de la vida. Algo que también se demostró hace unos años con aquel referendum en el que se quería proponer una ley de investigación biomédica que permitía la manipulación de embriones. Mientras tanto, en España, seguimos a vueltas con más aborto y amenazando con la eutanasia, con un gobierno comprometido con la muerte de inocentes simplemente porque no cumplen el “canon” de persona humana que ellos se han propuesto. Aquí en lugar de Eulana, sacamos a relucir a Ramón Sampedro y le hacemos películas. Quizá precisamente sea esto lo que va de España a Italia, que aquí tenemos un “mundo de la cultura” (yo siempre he pensado que la cultura se adquiría en bibliotecas y no en otro lugar) comprometido con la muerte y unos medios de comunicación empeñados en sacar a delante toda propuesta que atente contra la dignidad de la persona humana. “Manca finezza” decía Giulio Andreotti de la política española, quizá lo podamos decir ahora de nuevo. Y algo más falta defensa de los valores fundamentales de una sociedad. Rafael Amo Usanos, sacerdote
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