Domingo, 29 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Yo también iré a Colón. Fiesta de la familia


Algunos incluso quieren que se considere matrimonio el afecto entre dos personas del mismo sexo. Eso nunca será matrimonio, por mucho que cambien las leyes. Las cosas con como son, como Dios las ha hecho, y no valen componendas. Querer borrar toda huella de Dios, incluso en este tema, es un aberración.

por Monseñor Demetrio Fernández

En el clima de Navidad, celebramos en este domingo la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. Jesús ocupa el centro de esta familia, que él ha santificado con su presencia. En torno a él, su madre María y el que hace las veces de padre, José. Una familia feliz, a través de la cual Dios Padre ha realizado su plan de redención, enviando a su Hijo que se ha hecho hijo de una mujer para hacernos a nosotros hijos de Dios por el bautismo. La familia es la institución más valorada de nuestra sociedad. En una familia venimos al mundo, en una familia crecemos, en una familia somos amados tal como somos, en una familia encontramos el amor que nos ayuda a crecer. ¡Viva la familia! La familia se constituye por la unión estable de vida y amor de un varón y una mujer, bendecidos por Dios en el sacramento del matrimonio. La gracia del sacramento transforma la vida en un camino hacia la santidad de todos sus miembros y ayuda a superar las dificultades. Esta fiesta de la Sagrada Familia es una ocasión propicia para dar gracias a Dios por nuestra familia, y comprometernos cada uno en la construcción de nuestra familia. Hoy, sin embargo, fuerzas disgregadoras amenazan seriamente a la familia. Muchos jóvenes prefieren unirse sin contraer matrimonio, como si la aventura de esa convivencia pudiera tener éxito con sus solas fuerzas. El hombre y la mujer no pueden perseverar durante toda la vida sin la gracia de Dios que se les concede por el sacramento del matrimonio. No se trata de un buen deseo de uno o del otro, o de ambos a la vez. Es necesaria la gracia de Dios para que se haga posible lo que el corazón de uno y de otro desean, como es amarse durante toda la vida. Sólo Dios puede concederlo, y hay que pedírselo humildemente cada día. Algunos incluso quieren que se considere matrimonio el afecto entre dos personas del mismo sexo. Eso nunca será matrimonio, por mucho que cambien las leyes. Las cosas con como son, como Dios las ha hecho, y no valen componendas. Querer borrar toda huella de Dios, incluso en este tema, es un aberración. Pero, además, la vida humana está constantemente amenazada. El seno materno, donde uno debiera estar más a gusto y más seguro, se ha convertido en un lugar de alto riesgo. España se ha convertido en el “paraíso del aborto”, adonde vienen de otros países por las facilidades que encuentran aquí. Y aún se quieren dar más facilidades, sin querer admitir que se trata de un crimen abominable, la vergüenza más grande de nuestra sociedad y de nuestro tiempo. La familia es el santuario de la vida humana, donde la vida es respetada desde su concepción hasta su muerte natural. Cuántos ancianos son atendidos primorosamente por sus hijos. Lo constato continuamente en la Visita pastoral, y me llena de gozo. La eutanasia no tiene sentido. Darle “algo” al anciano o al que tiene una enfermedad incurable, acortándole la vida “para que no sufra”, es un asesinato en toda regla. Si las leyes pretenden quitar de en medio al que estorba, habremos llegado a una situación de muy alta corrupción. Y esos hijos, que brotan del amor de los padres, y son como una prolongación de los mismos, deben ser educados según las convicciones de los mismos padres. La educación corresponde a los padres, no al Estado, que en este punto tiene un papel subsidiario. Por eso, queridos hermanos, os invito a todos a uniros en esta fiesta de la Sagrada Familia a la gran celebración por la familia que tendrá lugar en Madrid (plaza de Colón) este domingo 28 a las 12 de la mañana para pedir por las familias. Y en este mismo día presidiré la Eucaristía con las familias que quieran reunirse, en la parroquia de San Antonio de Calatayud a las 5,30 de la tarde. Oremos por las familias. Con mi afecto y bendición: + Demetrio Fernández, obispo de Tarazona
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