La masonería premia a un jesuita
Alberto Martínez-Lacaci Pérez-Cossío, masón del grado 33 por el Oriente Español, que da nombre al premio internacional otorgado el jesuita Álvarez Lázaro, fue soberano gran comendador (presidente) del Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
El Supremo Consejo del grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España, ha concedido al jesuita Pedro Álvarez Lázaro, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, el Primer Premio Internacional “Alberto Martínez-Lacaci”, “destinado a galardonar la labor de propagación de los valores masónicos”. El acto de entrega, de manos de la viuda de Martínez-Lacaci, Teruka (Teresa) Ilzarbe Ruiz, tuvo lugar al final de la cena en honor de las damas que acompañaron a los masones participantes en la VII Fiesta Anual y el V Convento (asamblea) de dicho Consejo, celebrados los día 7 y 8 de noviembre en el hotel Thalasia de San Pedro del Pinatar (Mucia). Al ágape asistieron también como invitados el primer y el segundo tenientes de alcalde del ayuntamiento pinatarense, Marcos García y Francisco Molero, respectivamente. En el Convento participaron delegaciones de los Supremos Consejos de Amistad de Francia, Italia, Rumanía y Portugal. Con motivo de estos actos, se ha montado una exposición sobre “La Masonería filosófica” en el salón de plenos del ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, con fondos procedentes del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca y la colaboración del ministerio de Cultura. La exposición, inaugurada el 7 de noviembre, permanecerá abierta todo el mes de diciembre. El galardonado, profesor doctor Pedro Álvarez Lázaro, es licenciado en Historia de la Iglesia por la Universidad Pontificia de Comillas, licenciado y doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid, catedrático de Historia en la Universidad de Comillas, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y miembro fundador del “Instituto de Investigación sobre Liberalismo, Krausismo y Masonería”, del que ha sido director adjunto desde el año 1990 al 2004. Ha escrito numerosos libros, entre otros, “Páginas de historia masónica” y “La masonería escuela de formación del ciudadano”, aparte de más de un centenar de artículos y capítulos de libros en revistas y editoriales españolas, portuguesas, italianas, francesas, belgas, mejicanas, argentinas y uruguayas. Alberto Martínez-Lacaci Pérez-Cossío, masón del grado 33 por el Oriente Español, que da nombre al premio internacional otorgado el jesuita Álvarez Lázaro, fue soberano gran comendador (presidente) del Supremo Consejo del Grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, desde 1999 al 2003, en que falleció. Exactamente el 12 de julio. En sufragio de su eterno descanso se celebraron, los días siguiente, dos funerales católicos, uno de ellos en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (la iglesia de los “mejicanos”), sita en la zona de Chamartín de la capital madrileña. De esta parroquia se decían cosas muy extrañas respecto a su ortodoxia allá por los años setenta, pero no vamos a mezclar ahora el credo con la salve, porque seguramente no tiene nada que ver aquello con la personalidad de la que estoy hablando. Tras su muerte fue elegido soberano gran comendador, el abogado Ramón Torres Izquierdo, que lo sigue siendo en estos momentos. Los Supremos Consejos del grado 33 y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, reúne a los masones de los tres últimos grados o “masonería blanca”, especie de aristocracia masónica autónoma o, podríamos decir en lenguaje profano, la masonería de los generales o mandos superiores, que gobiernan todos los grados de dicho rito, aunque normalmente la concesión de los tres primeros grados (aprendiz, compañero y maestro) que integran la masonería simbólica o azul, común a la mayoría de obediencias, la tienen transferida a las propias obediencias. Las logias, aun perteneciendo a una misma obediencia o federación masónica, pueden trabajar en ritos distintos además del REAA: Emulación, Perfección –del que deriva el REAA-, York, Rectificado Craft, Schroeder, Sueco, etc., porque hay muchos, aunque el más numeroso en el mundo entero es el “escocés”, seguido del Emulación. El primero de los Supremos consejos se fundó en Charlestón (Carolina del Sur, USA) a principios del siglo XIX, del que derivan todos los demás, al mismo tiempo que se definía y reglaba, con todos sus grados, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que por su fecha y lugar de creación no es muy antiguo ni por supuesto escocés, pero ya se sabe que en la masonería todo es distinto de lo que se dice y parece. El primer Supremo Consejo español se fundó en 1811, cuyo primer soberano gran comendador fue Miguel José de Azanza, virrey de Méjico, al que sucedió, dos años después, Agustín de Argüelles, que permaneció en el cargo hasta 1822. En los tiempos revueltos del sexenio revolucionario (revolución “Gloriosa” del 68, monarquía saboyana y primera República), la masonería española se fraccionó en múltiples pedazos, y hubo hasta cuatro Supremos Consejos, pero tras la reunificación llevada a cabo por el catedrático de Historia de la Universidad Central, Miguel Morayta Sagrario, en torno al Gran Oriente Español, sólo quedó un Consejo Supremo, presidido por el propio Morayta, que a su vez era también gran maestre de la obediencia “oriental”, afrancesada o adogmática, fuertemente laicista. Esta coincidencia de ambos cargos se dio en más de una ocasión. Desde la reorganización de Morayta, el Consejo Supremo estuvo asociado normalmente al Gran Oriente, hasta que el 31 de marzo de 2001, al fusionarse esta obediencia con la Gran Logia de España, el Supremo Consejo también se unió a la Gran Logia –siempre manteniendo su autonomía-, pero en julio de 2007 rompió las “relaciones fraternales” con esta última obediencia, de modo que en estos momentos debe de funcionar de manera independiente. Esto de las rupturas y divisiones es bastante frecuente en la masonería, propio de una institución de orígenes protestantes. Existe también el llamado Supremo Consejo Masónico de España, integrado en la Gran Logia Simbólica Española, producto de una fractura, en 1980, del Gran Oriente Español. Asimismo funciona el Consejo Supremo de las logias españolas dependientes del Gran Oriente de Francia. Vicente Alejandro Guillamón
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