¿Sabe el PP quiénes le votan?
Le guste o no a más de un dirigente “centrista” o “progresista” de los más próximos a Mariano Rajoy, incluso al propio presidente nacional del Partido Popular, el grueso de sus votantes, pero con diferencia, procede del mundo católico.
Eso es, ¿sabe el PP quienes le votan, de dónde salen sus votos? Tengo mis serias dudas de que la actual cúpula pepera tenga idea clara del origen de sus votos. Digo esto porque si lo supieran no se saldrían por la tangente ni se harían los distraídos ante los grandes desafíos morales que está lanzando el Gobierno. Le guste o no a más de un dirigente “centrista” o “progresista” de los más próximos a Mariano Rajoy, incluso al propio presidente nacional del Partido Popular, el grueso de sus votantes, pero con diferencia, procede del mundo católico, un mundo, a efectos políticos, no fácil de definir ni de ideología muy precisa ni uniforme, pero que tiene en común algunas características muy visibles y ciertos principios irrenunciables que son precisamente los que el PP de nuestros días ningunea. Podríamos decir, en síntesis, que son personas que van a misa regularmente “los domingos y fiestas de guardar” y, por extensión, muchos de ese otro grupo aún más difuso que se declara “creyente pero no practicante” y que, pese a su dejadez religiosa, conserva el fondo de sus creencias. ¿Gentes de derechas? Bueno, como quieran los “siniestros”, pero en todo caso personas que rechazan de plano el crimen masivo del aborto, motivo principal por el que no votan a ningún partido de izquierdas, así como la eutanasia que viene, el adoctrinamiento laicista escolar, el divorcio “exprés”, el mal regulado “matrimonio” homosexual, aunque nadie se oponga a las uniones civiles de dos individuos o individuas del mismo sexo con los derechos que se quieran autoconceder que, tal como está el patio, siempre serán superiores a los de la familia vitalicia y ajustada a la naturaleza humana. ¿Y qué dicen y hacen los flamantes dirigentes del nuevo PP “centrista”, empezando por el mismo Rajoy? Entre otras cosas en las que no puedo detenerme para no pasarme de la raya, que eso de ampliar la ley del aborto es una barrera de humo para desviar la atención de la crisis económica, que no hay demanda social exigiendo más facilidades para abortar, y que ya están bien las cosas como están. ¡Serán necios y merluzos! ¿Acaso no se han enterado por donde van los tiros? En primer lugar no hay demanda social porque en España el aborto es prácticamente libre, posiblemente el más libre del mundo entero, donde se mata a infantes a punto de nacer. Lo que ahora quiere el Gobierno socialista, según declaró días atrás su vicepresidenta (me muerdo la lengua para no decir la impresión que me causa esa dama), es dar seguridades jurídicas a las mujeres que abortan y a los médicos abortistas. O sea, garantizar el impunismo de los criminales, porque el aborto, lo llamen como lo llamen, nunca deja de ser un crimen. El próximo paso será concederles la gran cruz al mérito sanitario con distintivo rojo –rojo de sangre y de ideología-, a los matarifes activos y pasivos. Y los jerifaltes del PP sin poner el grito en el cielo. ¿Pero no se han dado cuenta todavía que los masoncetes gubernamentales les han tendido una trampa de elefantes, obligándoles a definirse? Si se muestran blanditos o indiferentes ante tamaña barbaridad, perderán votos a chorro por la “derecha”, y si se plantan, el Castelar de Ferraz, don Pepiño Blanco, saldrá en seguida a la palestra con su lengua de doble filo, acusando a los peperos de retrógrados, clericalones y hasta de fascistas, como si los hitlerianos no hubieran sido los mayores y crueles abortistas de que se tiene memoria. Es decir, todo aquello de lo que quieren verse acusados ni en sueños de pesadilla los acomplejados “centristas” del PP? ¿Y qué hacer ante tan terrible disyuntiva? Pues muy fácil, tener los principios claros y defenderlos ante toda clase de malvados y trileros. Como hace la señora Palin en EE.UU. En otro caso pueden perder buena parte de la base electoral que los sostiene y no lograr ningún voto nuevo por el centro, entre otras cosas, porque nadie sabe qué eso del “centro”. Que no se equivoquen los señoritos que dirigen el actual PP: los desengañados de Zapatero, que seguramente serán muchos, porque lo está haciendo rematadamente mal, no acudirán a los caladeros populares, sino a las alforjas de Rosa Díez, que tiene las redes preparadas para repescarlos. En todo caso, el voto moderado que pierda el PSOE, siempre podrá reponerlo con cantos de sirena demagógicos a las huestes en desbandada del médico castrista. En fin, allá los políticos con sus enredos. Los católicos, con dejar de votarles quedándonos de momento en casa, sobre todo en los próximos comicios al Parlamento europeo, ese organismo inútil que nos cuesta un ojo de la cara, habremos aprovechado la oportunidad para enseñarles los dientes y demostrarles que sin nosotros, el PP al menos, tiene la partida perdida. Nada importante nos jugamos en esas elecciones. Además, quedarse en casa es tan legítimo como votar, en particular cuando una razón superior aconseja abstenerse. Lo que no podemos es ser cómplices de las grandes barbaridades que se cometen en nuestra sociedad. Vicente Alejandro Guillamón
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