La peste moderna se extiende por el continente americano
No es casualidad que la plaga de ingeniería social que estamos sufriendo en España, que hace las veces de peste negra medieval, se haya trasladado al otro lado del charco. Sin necesidad de caer en ninguna paranoia, se puede afirmar que nada de esto es casual. Más bien responde a una estrategia previamente planificada y ahora ejecutada.
El último que ha tenido que saltar a la palestra ha sido el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia. Parece ser que en el país gobernado por Uribe también se quiere introducir, vía proyecto de ley, la legalización de la eutanasia. Es solo una piedra más de esa pirámide de muerte que los hijos de la viuda quieren imponer sobre el, en palabras de Juan Pablo II, “continente de la esperanza". No es casualidad que la plaga de ingeniería social que estamos sufriendo en España, que hace las veces de peste negra medieval, se haya trasladado al otro lado del charco. Sin necesidad de caer en ninguna paranoia, se puede afirmar que nada de esto es casual. Más bien responde a una estrategia previamente planificada y ahora ejecutada. La “madre patria” es la cabeza principal de una hidra que amenaza con arrasar los cimientos de civilización que quedan en aquello que una vez se llamó “Hispanidad". A la cultura de la muerte no le basta con conquistar Europa. Quiere arrasar también todo lo que hay al sur del Río Grande. Y cree, con razón, que los popularismos de corte izquierdista son un buen elemento de difusión de su veneno. Pero en Colombia no hay un tarado histérico en el gobierno, ni un irresponsable que lleva al país a su ruptura. Uribe no es nada de eso. Es de esperar que se oponga radicalmente a esta iniciativa de la oposición. Lo bueno de todo lo que está pasando, si es que se puede decir que exista algo bueno, es la constatación de que la Iglesia Católica en el continente americano está dando la cara de forma contundente. De la misma manera que la Iglesia fue la principal defensora de los derechos de los indígenas, que “curiosamente” fueron pisoteados tras la “revolución masónica” que derivó en la independencia de España de todo el continente, hoy es Ella quien se levanta para defender a los más débiles y desamparados, aquellos que no pueden defenderse porque no han nacido o porque viven desesperados por la enfermedad. De la Iglesia en América se puede decir que no siempre ha cumplido el papel profético que podría haber evitado los abusos de las dictaduras y los regímenes corruptos, pero hoy sí está dando la talla. No parece que allá haya sufran de la tentación de rendirse con la excusa de un diálogo entreguista, que es lo que algunos pretenden que haga la Iglesia en España. A mí me place reconocer que la Iglesia en España debe de mirar a las iglesias de los países hermanos del continente americano, que están dando ejemplo de lo que hay que hacer para plantarse firme ante ese terrible enemigo. La supervivencia de nuestra civilización depende de ello. Luis Fernando Pérez Bustamante
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