Con motivo del fallecimiento de Mons. Jose María Cirarda Lachiondo, Arzobispo emérito
Estoy seguro que todos los navarros han sentido en su corazón el dolor de su muerte pero también recuerdan con cariño las visitas pastorales que con tanto amor realizaba. No ha habido día en el que no me hayan recordado alguna anécdota de D. José María.
Acaba de fallecer D. José María Cirarda y lo primero que quiero pedir es que todos los diocesanos de Navarra recemos por el eterno descanso de su alma ante el Dios Bueno. Pido a los sacerdotes que ofrezcan sufragios en las celebraciones de la Eucaristía puesto que fue un Pastor solícito y entregado por su Pueblo. Hoy he ofrecido la Eucaristía por él y ha sido en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma. "Muchas cosas podríamos decir de él y la mejor de todo fue su generosa disposición para servir a Cristo en su Iglesia. Sus cualidades humanas son bien conocidas por todos: hombre de relación afable y alegre, cercanía con sus diocesanos en las visitas que realizaba a las comunidades cristianas y a las parroquias. No fueron momentos fáciles los que le tocó vivir pero me consta que miraba a la Cruz de Cristo fundiéndose en su amor. En la Conferencia Episcopal siempre tenía alguna idea genial que nos dejaba a todos sorprendidos y al mismo tiempo nos edificaba con su opinión sobre el tema o circunstancia que nos tocaba discernir. Estoy seguro que todos los navarros han sentido en su corazón el dolor de su muerte pero también recuerdan con cariño las visitas pastorales que con tanto amor realizaba. No ha habido día en el que no me hayan recordado alguna anécdota de D. José María. Doy gracias a Dios por el regalo que concedió a esta Diócesis de Pamplona-Tudela durante tanto tiempo. En este año Jubilar de San Pablo, proclamado el 28 de junio por el Papa Benedicto XVI, ha sucedido el fallecimiento de D. José María y que tantas veces habló de él como testigo de la fe y Apóstol de los gentiles. Estoy seguro que en el Cielo se habrán dado el abrazo de paz que tanto anunciaba en las comunidades nacientes. La última vez que estuve con D. José María él me decía que deseaba ser sepultado en el Cementerio familiar de su pueblo y así cumpliremos su deseo. Allí aprendió a amar y allí aprendió de manos de sus padres a hablar con Dios y a amar a la Iglesia. Que descanse en paz nuestro querido D. José María" + Francisco Pérez González Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela Director Nacional de Obras Misionales Pontificias 17 de septiembre de 2008
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