Conclusiones tras peregrinar a Sidney
Peregrinar también implica una predisposición a profundizar, a tener momentos personales reflexión y oración, muy necesarios y muchas veces ausentes en nuestras vidas. Las Jornadas a través de los lugares de exposición del Santísimo ayudaban y fomentaban encontrar esos momentos
por Javier Tebas
Las mochilas rojas y amarillas características de las Jornadas, que se concentraban por miles en la ciudad de Sidney se han esparcido por cada rincón del mundo, y descansan ya con su deber cumplido en armarios y dormitorios de jóvenes alrededor de los cinco continentes. Son un ejemplo gráfico y claramente ilustrativo de la expansión de la llama, representada en sus vivos colores, fuego del Espíritu Santo que a través de sus dueños y portadores se ha expandido por el mundo una vez terminado el encuentro. La perspectiva que se nos muestra en la vuelta al día a día, con nuestras familias y entorno habitual, nos permite recapitular lo vivido, aprendido, mejorado y aprovechado de estas Jornadas Mundiales de la Juventud con claridad. Hay quien intentando ser constructivo se cuestiona la celebración de este gran encuentro cada tres años, y lo cree inútil. Sin embargo las circunstancias de una juventud global frente a un mundo cada vez más globalizado nos guste o no, conllevan una necesidad de respuesta como católicos que no solamente demuestre la vigencia de la savia nueva de la Iglesia frente al mundo, sino que además exprima las nuevas oportunidades que nos dan los avances en medios de transporte y de comunicación, para cumplir con la misión de evangelizar el mundo. El primer sentimiento, más empírico, que caracteriza a unas jornadas con tantos participantes, es el de sentirse respaldado. Un respaldo que es inestimable impulso especialmente para los jóvenes de países en los que ser de la minoría católica conlleva persecuciones y lucha diaria. Un respaldo también para los jóvenes que consagran su vida a Dios y en su entorno se sienten incomprendidos e indecisos, que en las Jornadas encuentran a otros cientos que también han dado ese paso y se llenan de valor. Ese apoyo, que es al fin y al cabo compañerismo, da lugar junto a nuestra fe a un sentimiento superior, el de ser Iglesia, recordando a San Agustín, muy citado por el Papa estos días, que nos dijo “Amad a esta Iglesia, permaneced en esta Iglesia, sed vosotros esta Iglesia”. Peregrinar también implica una predisposición a profundizar, a tener momentos personales reflexión y oración, muy necesarios y muchas veces ausentes en nuestras vidas. Las Jornadas a través de los lugares de exposición del Santísimo ayudaban y fomentaban encontrar esos momentos. De cara a la tarea organizativa que ha sido encomendada a Madrid, hay varios detalles prácticos tanto positivos como negativos que en mi opinión merece la pena tener en cuenta. La “mochila del peregrino” era excelente, contenía un librito llamado “Guía del peregrino” con historia, horarios, mapas, recomendaciones, era muy útil y estaba muy bien editado, además de una “Guía para la liturgia”, para seguir los actos religiosos, a tener en cuenta para hacer una igual. La localización de las catequesis y actividades estaba muy bien distribuida y daba la oportunidad al mismo tiempo de realizarlas en los sitios emblemáticos y de mayor interés de la ciudad, cosa que se agradece. Como ya intenté transmitir la música ha sido excepcional, desde el canto gregoriano hasta el himno de las jornadas “Recive de power”, pasando por la potencia del coro más clásico. Como aspectos a mejorar en mi opinión, en el programa, excesivos conciertos de rock cristiano en todos los sitios y a todas horas, en falta de más conferencias de personalidades que podían haber resultado más interesantes y probablemente más fructificantes. Se echa de menos el uso del latín para rezar todos juntos, y se sustituye por lo que llaman “rosario internacional” donde cada Ave María se reza en un idioma; no me convence. Se palpa una tendencia a la protestantización de la Iglesia católica sobre todo en Hispanoamérica, donde se tiende al gusto por las formas que utilizan esos extravagantes predicadores embaucadores televisivos, a base de gritos. Pese a todo, los frutos que se recojan de las Jornadas, tanto a nivel personal en nuestras vidas como a nivel común como Iglesia, van a ser sumamente positivos. Eran doce, solamente doce, y frente a la adversidad, con la fuerza del Espíritu Santo consiguieron que su mensaje llegase a todo el mundo, y hoy siga vivo. Esta renovación de Pentecostés hemos sido medio millón de jóvenes presentes, seamos testigos, y especialmente nosotros en España en la tarea estos tres próximos años de trabajar por la continuidad y la mejora si cabe de las Jornadas Mundiales de la Juventud, ya imprescindible pulmón de aire puro para los jóvenes del mundo. Javier Tebas Camino a Sidney JMJ Sidney, lunes 14 JMJ Sidney, martes 15 JMJ Sidney, miércoles 16 JMJ Sidney, jueves 17 JMJ Sidney, viernes 18 JMJ Sidney, Vigilia y Misa
Comentarios