El cuidado transformante
El libro (Navegando del duelo a la esperanza) que ha publicado mi buen amigo Manuel López-López, ingeniero naval y empresario de prestigio, es de las mejores noticias editoriales del año y, además, un trabajo llamado a perdurar en el tiempo.
En primer lugar, la enfermedad que describe con todo cariño y crudeza, el Alzheimer y los trastornos cognitivos, así como los conocimientos y destrezas necesarios que deben desarrollar tanto el cuidador como el familiar directamente encargado, resultan fundamentales para que el enfermo reciba toda la ayuda médica esencial y toda la caridad extraordinaria que la ocasión requiere.
Nada mejor que un ingeniero especialista en la organización del trabajo en grandes multinacionales para estudiar serenamente la cuestión y aportar la metodología, la precisión y los medios necesarios para que la singladura de depositar a un ser querido en la vida eterna de la manera más eficaz y precisa posible.
Digo singladura porque Manolo es un extraordinario navegante que debía haber nacido en el siglo XVI, pues habría realizado la vuelta al mundo con mayor rapidez y precisión que Juan Sebastián Elcano. Observe el lector el planteamiento, ilustraciones y desarrollo del libro y entenderá que no exagero.
Nada mejor que un corazón gigantesco de esposo y de padre de familia cristiana para abandonar los intensos y fundamentales trabajos profesionales en Estados Unidos y situarse a la cabeza de la cama de su querida esposa y desarrollar el amor conyugal que habían vivido durante 38 largos años, llevándolo hasta el extremo de acompañarla en esos momentos capitales de la vida cuando el enfermo debe dejarse querer y cuidar. Y eso quien mejor lo hace es un marido enamorado de su mujer.
Nada mejor que cuidar a Lita, la protagonista de este libro, una enferma normal, a una edad precoz para esa enfermedad, pero dotada de sensibilidad de madre, esposa y artista consumada y pintora, como reflejan la portada y contraportada del libro, con obras suyas de excepcional belleza y profundidad.
Nada mejor que dejar a la enferma y a su genial marido y cuidador en manos del centro de cuidados paliativos Laguna donde, según se lee en el libro y atestigua de mil maneras Manolo en este trabajo autobiográfico, dispensaron con profesionalidad y amor infinito todo el cariño y calidad profesional, tanto los médicos como enfermeros y todo el personal.
La suma de todas estas “casualidades” hacen que el libro que el lector tiene entre manos sea la mejor propaganda y el mejor premio de reconocimiento para el centro de cuidados paliativos Laguna, que se diseñó en el 2002 con motivo del centenario de San Josemaría y que lleva desde entonces desarrollando una labor impecable e impagable en el madrileño barrio del Lucero. Y desde allí, pues son muchos los profesionales que han aprendido el oficio de cuidar a estos enfermos terminales y especialmente a los de Alzheimer, una enfermedad que tardará tiempo en terminar de conocerse bien para alcanzar su completa dimensión humana y médica.