Llama siempre al Espíritu de Santidad
303. 5 de octubre. Vi un mundo, un enorme peso. Era el mundo viviente de los pecados de la Tierra, ante el Rostro de Dios.
304. 7 de octubre. "Mis Méritos son suficientemente grandes para tu pecador. Pide su
conversión en nombre de Mis Méritos."
Y luego, viendo la desproporción entre mis buenos deseos y mis lagunas, me dijo con suavidad:
"¡Pobre hijita Mía! Llama, llama siempre al Espíritu de Santidad."
305. 8 de octubre. En el tren yo rezaba el rosario. "Honra a Mi Madre en el Eterno Pensamiento del Padre, pues Ella cumplió exactamente la misión que Le asignaba ese Pensamiento. Mi alimento era la Voluntad de Mi Padre.”
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