Abájate para subir
1485. 16 de diciembre.
Yo: Que sea todo por Ti, mi Señor.
El: Incluso tu sangre: que corra en tus venas por Mi Amor.
1486. 21 de diciembre.
Yo: Señor, haz que sea la que Tú quieres que sea.
Me dijo:
Dirígeme con frecuencia esta plegaria en que se manifieste tu sumisión a Mi Voluntad. Ya sabes que en Ella está el Amor. Tú lo buscas, lo quieres, lo deseas; pero sábete bien que todo buen amor es unión a la voluntad del ser amado y se demuestra con ella. Tu mero deseo de amar más es ya en sí mismo un amor mayor. Tu Esperanza de llegar a amarme sobre toda cosa, a no hacer nada sino por Mí y a no pensar sino en Mí, es como un incienso sobre el altar y su perfume llega a Mí.
Si conocieras Mi Corazón, entenderías que es bien sencillo alcanzarlo. Lo alcanzarás si le dices que estás dispuesta a perderlo todo, a perderte a ti misma para ganarlo a El. Comunícale tus mil y un pensamientos con todos sus matices. Que todo te lleve a El, tu Objetivo único. Incluso que te lleven a El tus propias faltas.
Lo que Me importa es tu amor y tu humildad. Abájate para subir. Tú quieres ser humilde, pero ¿usas los medios necesarios? ¿Consideras con frecuencia tus debilidades? ¿Te asombras todavía de no valer nada? ¿Confías aún en ti misma? "Entrégamelo todo en una plenitud de confianza. No es trabajo ninguno para Mí el conseguir que seas la que Yo he deseado que fueras. Todo lo puedo y es bueno que así lo pienses. Entonces, ven a Mí, Mi
pequeña tan querida.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.