Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Joya del gótico y de la Orden

La última capilla templaria de la Lorena, en riesgo de ruina

La fundación de la comandancia de Libdeau remite a los tiempos gloriosos de los caballeros de Hugo de Payens.

C.L. / ReL

La capilla templaria de Libdeau.
La capilla templaria de Libdeau.
La comandancia templaria de Libdeau se construyó en toro a las fechas de la Segunda Cruzada o entre ésta y la Tercera, esto es, en un periodo que los historiadores sitúan entre 1128 y 1165. Es una de las seis que se construyeron en esa época en la región de la Lorena, tan vinculada a los caballeros de la orden fundada en 1118 por Hugo de Payens y otros ocho monjes-soldado.

Y es, lamentablemente, la única que puede perderse si no se invierten de manera inmediata 80.000 euros para su reconstrucción. Se ha creado una asociación con ese objeto, dado que a pesar de los desperfectos del techo, la caída de un contrafuerte y la abundancia de desperfectos, está todavía básicamente intacta.

El hecho de que su propietaria (tras un cambio de manos de siglos desde la disolución de la Orden en 1311) fuese una familia difícil de localizar, ha hecho que desde los años sesenta del siglo XX, cuando aún ofrecía un aspecto esplendoroso, haya ido decayendo hasta su estado actual. Finalmente, localizados los Chauxcouillon, se va a ejecutar la operación contra un coindiviso de diez propietarios.

La importancia de la capilla de Libdeau reside en la perfección gótica de sus estructuras, el enorme rosetón que la iluminó un día, y su carácter de muestra perfecta de la arquitectura templaria. Su portón, de gran valor, se conserva en el museo lorenés de Nancy. Sin embargo, durante años ha sido utilizada como parte de una explotación agrícola. Algo en lo que han degenerado otras comandancias, como la de Marbotte, refugio de tractores, pero que sin embargo mantiene un mejor estado de conservación.

El objetivo de quienes luchan por la restauración de Libdeau es pasar este invierno: "Querríamos cubrir el techo y librarla del agua", declaró a Le Républican Lorraine Philippe Frigério, secretario de la asociación constituida al efecto.

Frigério recuerda el buen estado que aún mostraba cuando él era niño, y cómo en sus desplazamientos a la vecina ciudad de Toul ver aquel monumento alimentaban su imaginación con las míticas hazañas templarias. Cuando en 2008, ya casado, lo visitó con su esposa, quedó "consternado".
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