Es un título de fuerte base bíblica y unido a los de Madre y Mediadora
«María, mi madre»: el libro del sacerdote Agustín Giménez que aclara las dudas sobre la Corredención
La editorial Nueva Eva acaba de publicar María, mi Madre, un estudio muy completo (no erudito, sino apologético y militante) sobre la Virgen como corredentora, mediadora y abogada.
Su autor es Agustín Giménez González, sacerdote de la diócesis de Getafe (Madrid), ordenado en 1999 y doctor en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2009). Es profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid y párroco en Móstoles, además de director del Foro Mariano Diocesano de Getafe y capellán de las carmelitas del Cerro de los Ángeles. Es miembro de la Asociación Bíblica Española, del Centro Español de Sindonología, de la Sociedad Mariológica Española y de la International Marian Association.
Para que María sea conocida y amada
Según explica don Agustín a Cari Filii, esta obra responde al trabajo realizado a partir de todo lo estudiado e investigado junto a Fina Rivero en el Foro Mariano desde 2016 hasta hoy: "Lo que hemos ido descubriendo sobre María es tan maravilloso, tan desconocido, y tan importante, que urge darlo a conocer al mundo entero".
La obra es un "regalo a la Virgen María", para que "sea más conocida y más amada por todos los que lean este libro". Pero también tiene una finalidad apologética: "Dar respuesta a muchos interrogantes que se abren en la actualidad sobre María, a saber, quién es, cómo ha participado en la salvación de la humanidad, qué papel le corresponde, qué ha hecho por nosotros". Y, sobre todo, para exponer por qué es legítimo llamarla "corredentora", un título "actualmente convertido en tabú e injustamente rechazado desde finales del siglo XX".
Pincha aquí para adquirir ahora 'María, mi Madre' (Nueva Eva) de Agustín Giménez González.
Agustín Giménez González quiere con estas páginas "introducir a los lectores en el Corazón de María, enseñándoles su verdad salvífica con el fin de que renueven su amor hacia ella", explica.
Para ello, comienza explicando de forma básica qué es la redención, cuál es el plan salvífico de Dios y cómo nos ha salvado y qué papel desempeña la Virgen María en ese plan. Preguntas como por qué el hombre necesitaba ser salvado y qué nos hizo cautivos de la muerte y del pecado encuentran su respuesta en estas páginas. Y para quienes consideren que Nuestra Señora es secundaria en el proyecto de Redención, el autor, especialista en Sagradas Escrituras, expone las fuentes bíblicas que demuestran lo contrario.
"Presento los textos de la Sagrada Escritura decisivos para comprender la función salvífica de María", afirma: "Partiendo del análisis bíblico del protoevangelio (Gén 3,15: "Pongo hostilidad entre ti y la mujer") y su resonancia en el Antiguo Testamento, estudio a continuación su cumplimiento en el Nuevo Testamento, especialmente en los dos pasajes joánicos donde Jesús llama a María 'Mujer' (Jn 2,1-11 y 19,26), en clara alusión a Gén 3,15".
"De los textos bíblicos se desprende que María estuvo íntimamente unida al sacrificio redentor de Cristo", afirma el padre Agustín: "Colaboró de un modo necesario para que la redención se diese del modo perfecto que Dios había diseñado. Se asoció a su Hijo y lo ofreció al Padre por la redención de la humanidad deshaciendo las obras del enemigo. Con Jesús, perdonó también ella a los que lo crucificaron; con Él rezó por la redención del mundo; con Él se mantuvo en pie frente a las asechanzas del enemigo; con Jesús se inmoló, diciendo 'Hágase tu voluntad'; con Él amó y confió, venciendo al odio, al mal, al pecado y al poder de las tinieblas. Así, unida íntimamente a Él, a su sufrimiento salvífico, colaboró directamente en la redención, y se convirtió en la Madre de la humanidad".
Los títulos de la Tradición
En el capítulo tercero, Giménez González estudia los distintos títulos a los que ha recurrido la Tradición de la Iglesia para expresar la colaboración de María en nuestra redención.
'Madre' es el primero de ellos. "Es el más adecuado y propio de todos, derivado de las palabras del mismo Jesús en la cruz", explica: "Esta maternidad no es una cosa fantasiosa e irreal, sino espiritual, sobrenatural, verdadera y propia. Otros títulos que analizo son el de 'Nueva Eva', que subraya cómo María deshizo el nudo original de la desconfianza de Eva que arruinó al género humano. Del mismo modo que Eva cooperó en nuestra ruina, María lo hizo proporcionalmente en nuestra redención. También explico el título de 'Abogada', de 'Mediadora', y por último el de 'Corredentora', el más polémico de todos".
A tenor de lo que responde el autor, no debería ser tan polémico: "Con ese título se quiere indicar que María colaboró de un modo esencial a la redención de toda la humanidad, de tal modo que la acción de María está integrada en la redención misma". ¿Qué precisiones hay que hacer? Que "su colaboración fue necesaria, no en sí misma, sino porque Dios lo quiso así". Pero está claro que "María intervino de modo directo en la redención, en el misterio pascual de Cristo por el que toda la humanidad ha sido redimida del pecado, de las tinieblas, del infierno y de la cautividad de Satanás".
Corredentora "es el título más directamente conectado a la maternidad espiritual de María, pues fue llamada Madre precisamente al pie de la cruz, y ambos títulos expresan igualmente la cooperación directa de María a la obra de nuestro rescate", y además "sintetiza todo lo contenido en la tradición de la Iglesia sobre la antítesis Eva-María".
Agustín Giménez, autor de 'María, mi Madre', especialista en Sagradas Escrituras, Teología Bíblica y Mariología.
La era mariana
Por último, el cuarto capítulo, de carácter histórico, presenta cómo la Iglesia en los últimos doscientos años ha vivido una intensificación de la presencia de María en su vida, dando inicio a lo que se ha venido llamando la "era mariana".
En este contexto, don Agustín presenta el movimiento histórico que desde finales del siglo XIX hasta hoy pide la proclamación de un dogma que exprese este papel de María en la salvación de los hombres, en su regeneración a la vida espiritual de la gracia.
"Se ha generalizado el error de que esta petición tiene su origen en el fenómeno de Amsterdam, Ida Peerdeman y Nuestra Señora de Todos los Pueblos; sin embargo, es muy anterior", aclara Giménez. "Es una realidad constante en el pueblo de Dios, que ha pasado por diversas fases. Actualmente está en una apasionante encrucijada, con un creciente movimiento teológico y ocho millones de peticiones formales de miembros de la Iglesia de todas las categorías y latitudes del planeta".
El libro destaca el papel fundamental del cardenal Désiré-Joseph Mercier, arzobispo de Malinas-Bruselas, quien promovió la proclamación del dogma de la Mediación Universal de María, obteniendo del Papa Benedicto XV, el 31 de mayo de 1921, la institución de la fiesta litúrgica de María Medianera de todas las gracias.
Un término estigmatizando
"Hoy día tiene un peso decisivo la Comisión de Częstochowa, reunida en el mes de agosto de 1996 a petición de la Secretaría de Estado del Vaticano, para dar su parecer sobre la posibilidad y conveniencia de definir los títulos de María Corredentora, Mediadora y Abogada", apunta el padre Agustín: "Desde entonces muchos mariólogos asumieron que la terminología 'corredentora' quedaba estigmatizada en aras del ecumenismo, aunque seguían hablando de la esencial colaboración de María en la obra de Cristo. También es decisivo estudiar la postura de los Papas al respecto, desde el uso frecuente que hizo del título Corredentora San Juan Pablo II, hasta el aparente rechazo del Papa Francisco a dicho título".
¿Qué elementos influyen en estas posturas? ¿Qué es lo más justo para con la historia, la Tradición y el Magisterio? ¿Cómo es el movimiento que ha reunido los ocho millones de firmas, a saber, Vox Populi Mariae Mediatrici, fundado por el profesor Mark Miravalle, de la Universidad de Steubenville (Ohio, Estados Unidos)?
Son preguntas que también se plantean en este libro, pero Giménez afirma sin ambages que considera "injusto" rechazo que sufre actualmente el título de Corredentora, pues "el título que mejor recoge el papel de María es el de madre espiritual de la humanidad redimida, el cual conviene ser explicitado con el de corredentora, mediadora y abogada, u otros equivalentes, aunque estos parecen ser los más adecuados".
"La Sagrada Escritura y la Tradición presentan siempre a María como una colaboradora perfecta e imprescindible –por voluntad divina– del plan de Dios", ratifica: "El título de Corredentora significa básicamente una colaboración esencial en la redención, unida y subordinada cordialmente a la acción redentora de Jesucristo. Además, promover este título es apoyar la colaboración esencial de María a nuestra salvación; es consolidar el fundamento teológico que nos permite afirmar que María es mi Madre y yo soy su hijo".
Para el autor de María, mi Madre, la Corredención de la Virgen "es una verdad definible porque es verdadera en sí misma" y por otra razón: "Los dogmas de la Maternidad divina, de la Inmaculada Concepción y de la Asunción al Cielo se refieren a lo que Dios ha hecho extraordinariamente en María y por María en tres momentos de su vida, pero ninguno de ellos nos dice quién es María para los hombres y qué ha hecho por nosotros, ni alude al misterio pascual y el momento de la redención en sí misma".
Este quinto dogma (el cuarto sería la Virginidad Perpetua) "vendría a completar esta laguna dogmática, tan bien sostenida en la Escritura y la Tradición e impulsaría a los cristianos a acoger plenamente a María como Madre, provocando a su vez una mayor gratitud hacia ella en todos los fieles. Además, fundamentaría las principales devociones marianas (el rosario, la consagración a María, el escapulario, la medalla milagrosa, la reparación de su Inmaculado Corazón, etc.), pues están teológicamente sustentadas en la doctrina de la maternidad espiritual de María, su corredención, abogacía y mediación".
Al final del libro, el padre Agustín ofrece distintas iniciativas para conseguir la proclamación de este dogma: pedirlo a la Santa Sede, pedírselo a Dios, hacer votos de defensa de esta verdad, pedir milagros en su nombre por medio de novenas, hacer imágenes que reflejen este misterio, estampas, medallas, etc.
Todo para promover "un mayor amor y agradecimiento hacia nuestra querida Madre".
Pincha aquí para adquirir ahora 'María, mi Madre' de Agustín Giménez González.