¿Puedes debatir mejor que las dos chicas mormonas? Sí, si recuerdas el Evangelio
Heretic: thriller de horror que fascina, el infame señor Reed quiere hablar de religión con nosotros
Heretic, ya en los cines españoles, es una película a la vez inquietante y estimulante, que ha sido aplaudida por la crítica con razón. Su horror psicológico, con algún toque de humor postmoderno, nos fascina. Es una marca de su estudio, la casa A24. Horas después de verla, sigue revoloteando en nuestra mente.
El amable señor Reed que quiere hablar de religión con nosotros, primero activa nuestro cerebro, nos lleva a la confusión y finalmente golpea nuestra alma (y estómago).
Solo hay violencia física en el último tercio de la película y no es realmente gore, pero desde luego es un filme para mayores de 18 años, y para cristianos maduros que van a ser retados respecto a su fe. En concreto, se les va a cuestionar por qué creen en lo que creen. ¿En qué se basa su creencia? No les va a bastar con decir "lo siento por dentro". Y mucho menos "es lo que me han enseñado" (sobre todo si no te han enseñado casi nada). Pero los cristianos tienen respuestas válidas desde hace dos mil años.
No se nos ocurre otra película que haya tratado esta dialéctica con diálogos, sin que haya una voz que sea claramente "la voz de la verdad". A veces pensamos en Nefarious, aunque allí había una voz de la verdad, ciertamente paradójica, la del preso-demonio. Pensaremos más en Hannibal Lecter, otro psicópata culto secuestrador, pero al que no le interesaba la religión ni la verdad.
La mormona rubia y la morena
Todo empieza con dos jóvenes mormonas, la rubia y la morena, que hablan sobre sexo. Son Sophie Thatcher (la hermana Barnes) y Chloe East (la hermana Paxton), ambas entrañables, atrapando nuestra empatía.
La morena es conversa y parece saber más de la vida; la rubia siempre ha sido creyente, y parece más inocente. Nos enternece (al menos a los espectadores con fe) su perseverancia misionera. Van puerta a puerta dando sus folletos y hablando de su religión. Los que hemos hecho eso nos ponemos enseguida de su parte, aunque su teología sea un desastre.
Llegan a la casa retirada del señor Reed, un simpático Hugh Grant, que las ha hecho venir para eso. Es un inglés sonriente y encantador, con una regadera en la mano (más adelante veremos que es un símbolo de su poder). Reed les habla de su esposa (a la que no ven) que les preparará un pastel y con amabilidad les señala los puntos débiles del mormonismo: poligamia, textos históricos desaparecidos, religión sospechosamente afinada a servir a su fundador, etc...
El espectador que sabe de religión se molestará. El mormonismo es una religión especialmente mala a la hora de argumentar y casi sin apologética, es la menos razonable de las religiones monoteístas (de hecho, ni siquiera es realmente monoteísta, acaba creyendo en muchos dioses).
Sophie Thatcher y Chloe East interpretan a las dos chicas mormonas de Heretic; las misioneras lo harán mejor de lo que pensábamos.
Las dos chicas, tras un par de respuestas muy básicas, parecen no ser capaces de responder mucho más. Los mormones del mundo real, efectivamente, enseguida llevan la conversación a "has de sentirlo en tu corazón, y si sientes que es verdad, es que es verdad". Si el "interlocutor" no lo siente, es momento de pasar a otra persona. "Este aprovechado señor Reed va a chafar la religión de estas pobres chicas y las va a hacer llorar", nos indignamos. "Me gustaría verle discutir con un historiador serio o un filósofo tomista".
Pero las chicas se dan cuenta de que están atrapadas dentro de la casa, y tienen que seguirle el juego al señor Reed y debatir de religión con él, al menos para ganar tiempo. Y les vemos manejarse mejor de lo que esperábamos, y no por su entrenamiento mormón (escaso y flojo) sino porque activan una mente avispada.
Comparando religiones a brocha gorda
Reed ahora les critica otras religiones monoteístas, incluyendo el cristianismo en general: lo compara con religiones paganas de dioses que supuestamente mueren y renacen, dice que todas son más o menos el mismo cuento repetido, y que los creyentes necios sólo creen en él por comodidad y porque se lo han contado de niños.
La escena en que Hugh Grant ataca al cristianismo y a todas las religiones diciendo que son unas copias de otras, ayudándose de un Monopoly:
Pero las chicas nos sorprenden.
Una refuta con agilidad las comparaciones con religiones paganas: dice que Reed ha exagerado las similitudes y ha obviado diferencias muy importantes. [Sobre esos temas, recomendamos este repaso reciente a Nixey y Onfray].
"Uno de esos tipos tiene cabeza de pájaro, por favor", dice señalando a Horus, el dios egipcio. Y no es un argumento tonto. El cristianismo, incluso el mormonismo (que es una herejía insostenible) son religiones históricas: hablan de cosas que dicen que han pasado de verdad, ante testigos creíbles... y eso no incluye los hombres con cabeza de halcón. Ambas muchachas mostrarán capacidad de reacción.
Después entramos en otra fase: las chicas ven lo que parece ser algo sobrenatural. Aquí el espectador duda. ¿Estamos viendo un thriller de pervertidos que acosan chicas? ¿O es terror sobrenatural? Y más adelante se amplía el desconcierto: ¿o hay una posible causa de tecnología tan poderosa que parece magia? El manipulador y los guionistas juegan con nosotros: cuando dudas del género cinematográfico dudas de todo. Adiós a las reglas del padre Knox. Pero estamos enganchados en la butaca.
ATENCIÓN: SPOILERS
En el último tercio se desata la violencia. Reed nos quiere mostrar lo que él llama "la religión verdadera". Nunca se proclama ateo, pero entendemos que no cree en ningún Dios: la religión verdadera, recita, es el control. Su casa es una casa de muñecas, los demás son muñecos y él es el titiritero. Así ve el mundo.
Peor aún, los demás son plantas a los que regar con su regadera, a los que podar y moldear. Él, que es un pervertido, dice que las religiones buscan eso. Sin creer en Dios, él proclama tener un poder como-si-fuera divino sobre los demás (el de cualquier abusón, el del fuerte sobre el débil). Los demás no son no hijos ni criaturas: son objetos de usar y tirar. ¿Por qué ser un ateo amable, simpático e igualitario, pudiendo ser un ateo amable, simpático y torturador manipulador? En un mundo sin Dios, sin un Dios ético que juzga y aprecia el bien y reprueba el mal, tanto vale el uno como el otro.
Un cristiano atento pensará que es curioso que el manipulador recurra a la clásica técnica del cambiazo. ¡El Evangelio ya lo tuvo en cuenta! Tomás el Mellizo era también Tomás el Incrédulo. Sabía que podías confundir a un muerto con alguien muy parecido. Tomás, de niño, jugaría a intercambiarse con su mellizo y hacer bromas. Por eso quería ver las manos traspasadas y el costado herido de Cristo y por eso el Evangelio recogió esa escena (lo que nos lleva a la norma 10 del padre Knox).
Por eso, el cuerpo es importante. Si encuentras el cadáver, se deshace el engaño. Los enemigos de Jesús solo tenían que mostrar su cadáver para deshacer los rumores de la falsa resurrección. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Por qué no mostraron el cadáver? Porque no lo tenían. Algo pasó. Y hay que recordarlo al ver esta película. ¿Heretic pretendía mostrar lo fácil que es hacer un montaje? Eso ya lo sabían, y refutaban, en época de Jesús, tanto los cristianos como sus numerosos y poderosos enemigos.
No reclama tener razón, sólo poder
El malvado ya no presume de tener razón, sólo de tener poder, y se demuestra tratando al hombre como a una cosa o planta. Eso es lo contrario de lo que ofrece la religión verdadera. La religión busca liberar a los hombres: de los miedos y engaños, del miedo a la muerte, de la opresión de los poderosos, y en general de todos los falsos dioses. A los poderosos que gobiernan con el miedo y el dolor les inquieta cuando resuenan estas palabras: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma" (Mateo 10, 28). Es difícil hacer esclavo a quien no teme morir.
Y sobre la libertad y la verdad: "Si el Hijo del hombre os hace libres, seréis libres de verdad" (Juan 8,36); "la verdad os hará libres" (Juan 8,32); "para la libertad Cristo os liberó" (Gálatas 5). Verdad y libertad son temas que se repiten en el cristianismo, y con él la denuncia del abuso de poder y del engaño.
Verdad y libertad destruyen al maestro de marionetas, que no sobrevive a la luz del sol, necesita sus cuevas, sus dioramas, sus casas de muñecas, su entorno controlado que es falso.
Las chicas en la película no se aferran tanto a su religión como al deseo de verdad y libertad y de bien. Eso les permitirá evitar la desesperación y luchar. Pero al final no es la argumentación ni la razón lo que les da alguna salvación. Una reza, y sucede algo repentino que ya nos parecía imposible. ¿Una respuesta a la oración? Tiene una interpretación abierta. Algunos dicen que es un sueño, un autoengaño, pero nada indica que sea así.
Mientras Jesús es un carpintero que proclama la Verdad, y muere por ella, el señor Reed usa la madera para crear trucos y engaños, y esclavizar a otros. Quiere que todo encaje en sus bloques... pero la Verdad, por su naturaleza misma, es expansiva.
La madera de tres clavos ensangrentada
Hay una solución violenta, contundente, brutalmente materialista... pero ¿es casualidad que implique una madera con tres clavos, con su sangre? ¿No es eso un símbolo de la cruz? La madera usada para asustar, es ahora leño de salvación. ¿No hay ahí una verdad rotunda, liberadora?
Y la nieve del final: es belleza, cada copo es un semi-azar que incluye matemáticas, diseño, belleza asombrosa en su estructura, una pureza fascinante al aire libre. La naturaleza es hermosa, es bella, es real, y apunta a un Creador bueno. No se parece a la casa-mazmorra del manipulador pervertido.
Hay un cierto debate entre críticos sobre si esta película fortalece la visión de los ateos (cuando no son pervertidos asesinos, se entiende) o la del creyente. A nivel simbólico, nos parece que proclama la necesidad de una religión que ame la verdad, que denuncie el engaño, que proclame la libertad a los cautivos. Y eso es lo que Cristo proclama y lo que los cristianos intentan vivir.