Martes, 24 de diciembre de 2024

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Durante la misa del segundo día, durante la predicación...

«Pedir el martirio» por el padre Aldo del Corazón de Jesús, IVE

por Victor in vínculis

El padre Aldo Luis del Corazón de Jesús Rossi, monje de Nuestra Señora del Pueyo de Barbastro, del Instituto del Verbo Encarnado pronunció la homilía del segundo día, en la misa presidida por monseñor Juan Antonio Martínez Camino en la iglesia de la Universidad Abad Oliba. Era sábado, 19 de octubre, y celebrábamos la memoria de los mártires del Canadá: Las espeluznantes torturas que sufrieron los 8 mártires jesuitas con los iroqueses aún nos espantan - ReL

Estamos hablando, en estas Jornadas Martiriales de la oración de los mártires.

Uno de los aspectos de la oración es la petición: ¿Qué podemos aprender del ejemplo de los mártires? ¿Qué pedían ellos? Hay una constante, una petición que se repite en las vidas de muchos de ellos: pedían el martirio.

Un ejemplo, entre muchos, es el de los seminaristas claretianos de Barbastro, que diariamente y en comunidad rezaban una oración pidiendo la gracia de morir mártires. Y Dios los oyó.

Alguno podrá decir que eso ya no se hace, que es muy bonito, pero de otros tiempos. Nosotros afirmamos, sencillamente, que tenemos que pedir a Dios el martirio.

¿Por qué? Porque es expresión del amor a Dios.

“La palabra es aire”, le decía Inés a Diego ante el Cristo de la Vega, en la leyenda que narra Zorrilla. Podemos decir que amamos a Dios, pero, ¿cómo lo comprobamos?, ¿cómo hacemos creíble esta afirmación? No solamente ante los demás, sino también ante nosotros mismos. Le decimos a Dios: “te amo”, e inmediatamente nos vemos infieles a ese amor con nuestras caídas.

Es necesario poner ese amor en obras y entre las obras, no hay más probatoria que el sacrificio. El sacrificio es una prueba irrefutable de que se ama. Santo Tomás de Aquino dice que el martirio es el “signo de máxima caridad” (S.T., II-II, q. 124, a. 3.) y el mismo Cristo nos enseñó que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13).

Pero no solo debemos pedir, e incluso contra nuestra carne (San Ignacio, EE EE, n.157), y pedir esperando que Dios nos lo conceda, sino que tenemos que vivir como si Dios ya nos lo hubiera concedido, cómo ese tercer binario de los Ejercicios de San Ignacio, que, no teniendo claro lo que Dios quiere, hace como si ya no tuviera ese afecto que lo separa de Él, convenciéndose de que no lo quiere (n.155). Para demostrarle nuestro amor a Dios, mucho nos sirve, hacer de cuenta que ya nos ha concedido el martirio.

Al respecto dice San Juan de la Cruz:

“Está un alma con grandes deseos de ser mártir. Acaecerá que Dios le responda diciendo: «Tú serás mártir», y le dé interiormente gran consuelo y confianza de que lo ha de ser. Y, con todo, acaecerá que no muera mártir, y será la promesa verdadera. Pues ¿cómo no se cumplió así? Porque se cumplirá y podrá cumplir según lo principal y esencial de ella, que será dándole el amor y premio de mártir esencialmente; y así le da verdaderamente al alma lo que ella formalmente deseaba y lo que él la prometió. Porque el deseo formal del alma era, no aquella manera de muerte, sino hacer a Dios aquel servicio de mártir y ejercitar el amor por él como mártir. Porque aquella manera de morir, por si no vale nada sin este amor, el cual amor y ejercicio y premio de mártir le da por otros medios muy perfectamente; de manera que, aunque no muera como mártir, queda el alma muy satisfecha en que le dio lo que ella deseaba” (Subida del Monte Carmelo, libro 2, capítulo 19, n. 13).

Pidamos a Dios y a la Reina de los mártires, la gracia del martirio. Pidámosle “lo principal y esencial” de esta gracia: poder vivir en ese espíritu de morir por Cristo a cada instante. Y roguémosle se digne confirmar nuestro martirio cotidiano con la efusión efectiva de nuestra sangre.

Por la tarde, el padre Aldo participaría en el acto cultural en el aprovecho para explicarnos como el Instituto del Verbo Encarnado nació vinculado al testimonio de los mártires, los cuales son llevados por todo el mundo de su mano. Como nos mostró con este corto vídeo en donde las niñas de su misión de Tanzania han traducido el himno del misionero (Jesús ya sabes soy tu soldado!!!) al suajili...

Ya lo habíamos publicado meses atrás:

Del Pueyo a Tanzania - ReL

Los mártires del Pueyo ¡¡¡en Tanzania!!! - ReL

Y en este mes de las misiones... este otro

 

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