No os quejéis de Filomena, vaya a ser que venga Greta y sea peor
por En cuerpo y alma
Y sí, que le vamos a hacer, ya están aquí los agoreros del clima, con sus alertas rojas, con sus emergencias, con sus reclamaciones, para decirnos que sí, que la nevada de Madrid también es culpa nuestra, y que nos lo estamos cargando todo. Y a los que osemos oponer alguna objeción nos llamarán “negacionistas”, que es como “ellos” lo resuelven todo, obsequiándonos con un cariñoso epitetito, que sea “fascista” (tan “demodé” que lo usa ya hasta la derechita esa), que sea “machista”, que sea “supremacista”, que sea “racista”, que sea “homófobo”, que sea “catastrofista”, que sea, como en este caso, “negacionista”, y así, de paso, se evitan engorrosas argumentaciones que ni saben dar, y se quedan tan satisfechos, relamiéndose en el empalagoso almíbar de su autoproclamada superioridad moral.
Pues bien, señores, a mí no me podrán llamar negacionista, porque yo no niego el cambio climático. Es más, ya puestos, soy el más afirmacionista de todos los no negacionistas, porque no sólo afirmo a voz en grito que por supuesto que hay cambio climático, sino que afirmo, además, que lo ha habido siempre, esto es, durante toda la vida del Señor. Y para que quede claro mi afirmacionismo militante, quiero recordar a todos los que son menos afirmacionistas que yo, -que de ello, naturalmente, no tendrán ni idea-, que entre 1650 y 1850 ya se produjo en la tierra lo que la historia da en llamar la “Pequeña Edad de Hielo”, la cual , a su vez, sucedía en el tiempo al “Optimo Climático Medieval”, cuyos solos nombres hacen innecesaria cualquier explicación Y eso sólo a modo de ejemplo, que me pongo a hablar y no paro.
La patraña del cambio climático según lo entienden esos que son menos afirmacionistas que yo, -un cambio climático limitado a los últimos treinta años del que el ser humano es responsable, el cual, por cierto, empezó siendo “Enfriamiento Global”, para pasar luego a ser “Calentamiento Global” y convertirse, por fin, en un mucho más aséptico y menos comprometido “Cambio Climático” que lo soporta todo-, es sólo uno más de los mecanismos del Nuevo Orden Mundial para someter al ser humano, para hacerle sentir culpable de todo, también de cada capricho de Eolo, de Thor y de Tlaloc, y para convencerle de que si no todo él como especie, sí, al menos, 3 o 4.000 millones de sus especímenes, sobran en un planeta al que sólo hacen daño, del que son unos verdaderos superdepredadores, unos auténticos killer indignos de ese derecho a multiplicarse y dominar la tierra del que un trasnochado Dios, medio fascistoide también él, les hizo beneficiarios el séptimo día de la Creación.
Y conste que, no por ello, estoy menos convencido que cualquier agorero del clima, -algo con lo que es coherente mi comportamiento de cada día-, del deber que nos compete a todos de proteger y mejorar la tierra. Un deber que, eso sí, no lo es para con el planeta en sí, un planeta que sin la presencia del ser humano, no pasaría de ser uno más de los miles de trillones de astros que pueblan el inacabable universo. Lo es para con las generaciones venideras de seres humanos, con las que estamos en deuda igual que las anteriores lo estuvieron con la nuestra.
¡Ah! Y una cosa antes de terminar. Sobre la nevada maravillosa que ha caído estos días sobre Madrid, sólo recordar a aquéllos que la vivieron en su día, e informar a aquéllos que no lo hicieron, de que en 1970 –antes del “cambio climático” que yo sepa - ya cayó una muy parecida que hizo las delicias de todos los niños de entonces, muchos de los cuales, convertidos hoy en militantes agoreros del clima, no parecen haberse divertido tanto con ésta.
En todo caso, no os quejéis mucho de la Filomena, que como os oiga va a venir la Greta, y eso... eso sí que va a ser peor...
Y con esta noticia me despido por hoy, no sin desearles, como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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