Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Grignion de Montfort: misionero y apóstol de la contrarrevolución

por Angel David Martín Rubio



Celebramos hoy la fiesta de San Luis María Grignion de Montfort, santo francés que vivió en los siglos XVII y XVIII y que al ser ordenado sacerdote escogió como lema de su vida sacerdotal «ser esclavo de María»: «Totus Tuus» (soy todo tuyo).
 
San Luis María fue poco comprendido por los demás. Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. Sus superiores no sabían si considerarlo un santo o un fanático. Enseguida empezaron a surgir cruces mas grandes en su vida, sus superiores le negaron varias veces ejercer sus funciones de sacerdote, no podía confesar ni predicar. Fue rechazado por sus amigos mas íntimos, hasta su propio obispo empieza a dudar seriamente de el.

San Luis María comprende que la razón de los ataques es la doctrina mariana que enseñaba. Recurre al Santo Padre y le visita en Roma; quería saber si de verdad estaba equivocado como todos decían o si cumplía la voluntad de Dios, que era su único deseo. En Roma, San Luis María recibe del Papa la bendición y el titulo de Misionero Apostólico.
 
Desde entonces hará realidad su deseo: «Siento vivos anhelos de hacer amar al Señor y a su Santísima Madre, de ir en forma pobre y sencilla a enseñar el catecismo a los pobres de los campos y excitar a los pecadores a la devoción a la Santísima Virgen».


Ante todo, es un misionero. Recorre los caminos de Francia con un un bastón, coronado por un crucifijo o una estatuilla de la Virgen; a la espalda una mochila en la que lleva su Biblia, su breviario, su cuaderno de notas. Lleva a la cintura un rosario muy grande que atrae las miradas de todos.

Pero no por eso cesaron las incomprensiones y la persecución y San Luis tiene que buscar diócesis cuyos obispos eran notoriamente contrarios al jansenismo, la herejía tan del gusto de aquella Francia del siglo de la ilustración y del racionalismo. Como ocurre en nuestros días, entre los seguidores de las ideologías “modernas” se reclutaban los más radicales enemigos del cristianismo.
 
De ahí su predicación en la región de la Vandea, que después, en 1793, se levantaría contra la sangrienta y atea Revolución Francesa. Fue allí donde trabajó durante los últimos cinco años de su vida, implantando en aquellas poblaciones una sólida formación católica. Ésta fue, décadas más tarde, un decisivo hecho para la gloriosa Guerra de la Vandea, contra los impíos revolucionarios de 1789.

 
¿Qué nos enseña Grignon de Montfort? No nos dice nada nuevo. ¿Queremos ir a Jesucristo? ¡Vayamos por María!
 
Hay que ir a Jesucristo, y por Jesucristo a Dios en el Espíritu Santo. Pero escogemos un camino fácil, encantador, podríamos decir, como es María. Porque María nos llevará necesariamente a Jesucristo. María se convierte en el atajo más rápido para llegar a Dios.
 
Su mensaje final dirigido hoy a nosotros, lo resume en estas palabras, que son el compendio de toda su vida de santo y de apóstol: ¡Amad ardientemente a Jesucristo, amadle por María!
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