Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo
Reflexión Pascua de la Resurrección del Señor
«Cristo, mi esperanza, ¡ha resucitado! Y nos precede en Galilea.»
Queridos hermanos
¡Felices Pascua Resurrección! ¡Cristo ha resucitado! Y responden en la Iglesia Ortodoxa: ¡Verdaderamente ha resucitado!
¿Qué estamos celebrando en este día? Estamos celebrando el triunfo de Cristo sobre la muerte. La Vigilia Pascual es la fiesta más importante del cristianismo, es la madre de las vigilias, como dirá San Agustín. Por eso toda la noche es un Sacramento que hace presente las tinieblas del hombre y la resurrección, la luz de Cristo, que triunfa sobre nuestro egoísmo, sobre nuestra incapacidad de amar. También en esta noche Santa, la costumbre de la Iglesia primitiva era de bautizar a los catecúmenos, que era importantísimo porque hacía presente el Éxodo que ha vivido el pueblo de Israel y que Cristo Resucitado ha cumplido y ha llevado a su plenitud. La primera Palabra que escuchamos este Domingo de Pascua de Resurrección es de los Hechos de los Apóstoles. Dice que Pedro tomó la palabra y dijo: hermanos, vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo. Jesús pasó haciendo el bien, liberando y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Esta es la Buena Noticia que anuncia la Iglesia, Cristo está resucitado y tiene poder sobre tus demonios, sobre el diablo, es decir lo que nos divide. Pedro dice: “A este lo mataron, colgándolo de un madero”. Somos todos asesinos, hemos matado al autor de la vida, hemos matado a Dios. Bien hermanos, Dios lo resucitó y nos da signos de que es verdad, hemos comido con Él y hemos bebido con Él después de la resurrección, es decir, está vivo. También hoy hermanos este Espíritu de Jesús resucitado está vivo, te lo quiere regalar el Señor a través de la predicación, a través de los sacramentos, y por eso nos encargó predicar al pueblo la conversión, a Jesús que ha venido para destruir la muerte y podamos vivir en comunión estos 50 días de Pascua que hacen presente la resurrección y la vida en comunión con los hermanos, que es cargar con los pecados de los demás, y para eso Dios nos da su gracia, su Espíritu.
Por eso respondemos con el Salmo 117: Este es el día en que actuó el Señor, La piedra que desecharon los arquitectos es la piedra angular. Cristo es el centro del edificio de la nueva creación del hombre nuevo.
La segunda lectura de la Carta de san Pablo a los Colosenses nos invita a aspirar a los bienes de arriba, es decir, no a los bienes de la tierra, sino a allá en donde está Cristo, el Hombre nuevo. ¿Qué hay que hacer? Pedírselo al Señor. Dice san Pablo: hay que liberarse de la levadura de los fariseos, la levadura vieja, que es la hipocresía. Eso es lo que nos destruye, la hipocresía, el vestido viejo que no nos deja ser felices. Así pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja de la corrupción, ni de la maldad, sino con el cuerpo y la sangre de Cristo,
Por eso también respondemos con la secuencia de Pascua, que es un himno muy antiguo que Dios inspiró para cantarlo en este día desde el siglo X. Nos hace presente toda la historia de salvación que Dios ha hecho con Jesús y con nosotros, su pueblo.
El Evangelio de San Juan dice que “María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba”. ¿Quién quitó esta losa? la ha quitado la resurrección de Jesús, los ángeles. Por eso hermanos se presentan en tu vida ángeles que te quitan la losa de tus pecados, de tu incapacidad de amar, de tu odio. Y ¿qué había dentro del sepulcro? las vendas en el suelo y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, es decir, los signos de que el sepulcro está vacío, porque Él está resucitado. “Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”. Pues bien, hermanos, Jesús quiere resucitar de entre los muertos hoy contigo.
Que el Señor te conceda vivir estos 50 días de alegría, de paz y de comunión, de unos con otros.
+ Con mi bendición.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao