Domingo I de Adviento
«Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano».
Queridos hermanos:
Comienza el nuevo Año Litúrgico, por eso les deseo un feliz año lleno de visitas de Dios, que puedas experimentar paz y alegría. Estamos en el primer Domingo de Adviento. ¿Qué significa la palabra Adviento? “Viene el señor”, es decir, viene la parusía, su venida. ¿Estás dispuesto tú a darle tu tiempo, tu vida, tu ser a Dios? Él te transformará. ¿Qué esperas? ¿Qué espera el hombre? Los de Gaza esperan su liberación, ¿tú que esperas? Más dinero, que te toque la lotería, que te cambien de mujer por una más joven, que te toque un hombre más joven, etc. No, hermanos, esperamos lo que dice la palabra: a nuestro Redentor, como dice el Profeta Isaías. ¿Qué es Redentor? El que viene a rescatarnos de nuestros pecados, de nuestra envidia, de nuestra lujuria, de nuestro afán de ser, de nuestro egoísmo. Dios quiere bajar y destruir nuestros montes, nuestras dificultades. “Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos”. Jesucristo, él es nuestra justicia. Nos ha salvado de la muerte, sabe el Señor que somos de arcilla y que él es el alfarero. Pues bien, hermanos, ¿de quién depende el hombre? De Jesucristo, el señor del mundo. Por eso respondemos con el salmo 79: “Oh Dios, despierta tu poder y ven a salvarnos”, porque somos esclavos, “ven a visitar tu viña”, estás enamorado de tu viña, “la sepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. Danos vida para que invoquemos tu nombre”, danos lo que más necesitamos, Vida Eterna.
La segunda Palabra es de San Pablo a los Corintios. El Señor nos ha venido a enriquecer, éramos miserables, esclavos, sometidos al demonio, encadenados unos a otros porque no podíamos amar. Él nos ha enriquecido, Dios nos llamó a participar en la vida de su hijo Jesucristo, Señor nuestro, porque él es fiel en medio de los desastres de este mundo y de la injusticia que vemos cada día. Él es fiel, es auténtico, es verdadero.
El Evangelio es de San Marcos dijo Jesús a sus discípulos: “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. El Señor está cerca, velad, no sabemos cuándo entrará el dueño a la casa, no sea que nos encuentre dormidos, es decir, aburguesados, instalados. Velad, vigilar, no escapemos con nuestra imaginación a nuestros sueños y a la idolatría del dinero, de la seguridad. La idolatría, la autosuficiencia, vivir contado con mucho confort; nos lleva a la muerte. El único que nos libera, el único que ha dado su vida en la cruz, el único absoluto, es Dios; y la dignidad que nos ofrece él es ser humanos, es decir, estar al servicio de los demás.
Hermanos, ánimo que viene el señor vestido de majestad, vestido con poder para liberarnos de lo que no hemos podido nosotros quitarnos, que es el sufrimiento a la muerte. Pues bien, hermanos, que este Espíritu habite en medio de nosotros en este tiempo de Adviento. Él nos está esperando.
Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con todos vosotros.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao.