Viernes, 22 de noviembre de 2024

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NOSOTROS PENSAMOS POR TI: TÚ DESCANSA.

NOSOTROS PENSAMOS POR TI: TÚ DESCANSA.

por Por mí, que no quede

¿Por qué las tapas de alcantarilla son redondas? A esta pregunta, en principio banal, se puede responder de distintas formas. Algunos ni se lo plantearán, otros dirán que son así por capricho del fabricante y no faltará quien diga que, de haber alguna razón, es irrelevante. Sin embargo, alguien se planteará que más allá de la constatación del dato, existe una explicación racional del mismo, como así es.

Ocurre otro tanto con la vida personal y, con la historia de la humanidad. Ante los fenómenos de la naturaleza, algunos ni se plantearon la pregunta, otros intentaron un explicación mítica o religiosa, pero hubo un momento en que algunos se atrevieron a pensar que debía existir una explicación racional. Esto ocurrió hace dos mil quinientos años en Grecia y la aventura del pensar ha merecido la pena: el desarrollo científico y tecnológico, el bienestar social, la democracia, los derechos humanos, y un largo etcétera como bien sabemos y disfrutamos.

Suele ocurrir que cuando los estómagos están demasiado llenos, se atonta el cerebro y cuesta pensar. Algo así ha ocurrido en este primer mundo donde se tira comida en cantidades industriales, la moda obliga a cambiar los armarios cada temporada, y la solidaridad es más una pose moral que un compromiso personal.

Una sociedad que, felizmente, ha conseguido el acceso gratuito y obligatorio de la escolarización, que ofrece casi de forma gratuita  todo tipo de información, produce hastío, objetores escolares y fracaso escolar en cifras inasumibles, así como un cierto pasotismo intelectual y una banalización de la información.

Una cierta anorexia intelectual está contagiando las mentes. La anorexia es una terrible enfermedad propia de las sociedades desarrolladas que consiste en la apatía y falta de apetito. No sólo no hay deseo de comer, sino que se transforma la propia imagen proyectando una fantasmagórica y subjetiva realidad que acaba destruyendo a la persona enferma, sin que ésta sea conocedora de su mal.

El hombre occidental, rico beneficiario  de una inmensa herencia cultural, y  que disfruta del acceso universal y gratuito a todo tipo de saberes gracias a internet, se ha vuelto anoréxico intelectual: no quiere pensar, incluso se atreve a decir que no es necesario y, además, se percibe a sí mismo con cierta esbeltez al asimilar la opinión mayoritaria producto de las redes sociales y, quién sabe, si de ciertos poderes fácticos, ocultos y atrabiliarios.

Vivimos en la sociedad de la información, diría más aún: de la saturación informativa, que impide, por su propia estructura, la elaboración del conocimiento. Platón ha fracasado: ya no merece la pena escaparse de las sombras y ver las imágenes ni la auténtica realidad fuera de la caverna. No es la realidad la que importa, no sabemos si existe, lo que importa es la representación de la realidad, la virtualidad de un mundo que me acerca al otro a través de la pantalla, mientras a la persona real, que está a mi lado, se la ignora.

No hay tiempo ni gusto para contemplar el amanecer, ni la puesta de sol. Hoy luce enseñar la puesta de sol captada en la pantalla, aunque para conseguirla nos perdiésemos el instante real de esos momentos mágicos.

Es la sociedad de la información, de la opinión mayoritaria, a veces despótica, que no acepta matices. No importa la reflexión, se huye del silencio, se detesta la verdad… Pilatos es un hombre de hoy.

Esta no es la sociedad del conocimiento, ya no sabemos qué es el hombre, ni el bien, ni la verdad, ni la belleza. Si alguien se atreve a buscarla se le tacha de iluso o, lo que es peor, de fanático. El proyecto ilustrado ha fracasado: no te atrevas a pensar. Deja que otros piensen por ti y tú apoya la respuesta mayoritaria. “Nosotros pensamos por ti: tu descansa”, parece ser el eslogan de moda.

Hoy, a pesar de todo, creo que necesitamos más que nunca al buen salvaje de Un mundo feliz.  Es necesario revolverse contra tanta anestesia. Hay que recuperar la admiración y buscar razones profundas que nos permitan, además del conocimiento, la sabiduría de saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.

Hoy se necesitan más Sócrates y menos sofistas que nos enseñen que las tapas de alcantarilla son redondas por razones de seguridad, para evitar que caigan al tener un diámetro mayor que el hueco del marco.  

Pensar no es un capricho ni algo irrelevante sino algo que sólo el ser humano puede y debe hacer para vivir como tal. Pero pensar requiere al menos dos cosas: tiempo y silencio.

           

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