Domingo, 22 de diciembre de 2024

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«Ámame, primavera en esta tarde»

por Antonio Gil

Ha pasado el invierno tan duro y desolador, largo, muy largo, lluvioso a más no poder, agresivo hasta los cimientos de tantas viviendas destrozadas por el agua y el viento. Y llega, todavía entre nubes, el anuncio oficial de la primavera. Pablo García Baena, nuestro eterno poeta, tan cercano siempre, con sus pasos junto a los nuestros, recorriendo cada jornada las orillas de esta ciudad, amable, atento, lírico, con su silueta entre versos y jardines, tiene escrito un hermoso poema que lleva por titulo, «Primavera». Y comienza así: «Ámame, Primavera, en esta tarde / en que el sol es un pájaro cautivo / que revuela en la jaula azul del cielo». Prosigue el poeta pidiendo amor a la estación luminosa, en su breve letanía de anhelos perfumados: «Ámame, Primavera, en esta hora / en que toco la seda de la tarde, / en esta hora virgen que se escapa / ven y enciende tu antorcha de perfumes / en mis ojos que anhelan tu venida».
 
Ciertamente, son versos para la luz nueva, que madura nuevos frutos; versos para soñar ese mundo mejor que todos deseamos, pero que tan poco construimos. Una larga invernada dará paso a crepúsculos que nos ofrecen el alba como comienzo de afanes y tareas, y cierran el día prolongando su luz en silencios de oro para la reflexión personal y colectiva. Quizás por eso, Paul Claudel nos decía aquello de que «no es el tiempo el que nos falta, sino que somos nosotros los que le faltamos». La primavera que llama a la puerta con urgencia nos invita al optimismo, a contemplar la vida con pasión, a internarnos en campos nuevos para aspirar su grandeza y descubrir sus flores y sus frutos.
 
La primavera es una estación para la juventud, ahora que la juventud se encuentra entre mil encrucijadas. La más grave, sin duda, la del egoísmo. A los jóvenes del 68, se les llamó «los melenudos»; a los de los 80, los de la «movida»; a los de los 90, los pasotas; y ahora, a los del 2000, los «egoístas». Por eso, a la juventud actual se la denomina como la «Generación Yo». Son los jóvenes más narcisistas de la historia, con un exagerado materialismo, con una educación ultra-permisiva, con su fascinación por los famosos y por el género televisivo, según los datos recogidos de un estudio elaborado por la Universidad de San Diego. Puede que estos perfiles no sean del todo exactos. Pero plantean la necesidad de una juventud primaveral, es decir, luminosa, alegre, entusiasta, luchadora, con los más hermosos paisajes de verdad, de bien y de bondad. «Ámame, primavera, en esta tarde...».
 
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