Provocación

11 marzo 2010 00:00

Que en vísperas de la manifestación a favor de la vida, el presidente del Gobierno llamara “hipócritas” a los que están contra la nueva ley del aborto y que, además, diga que los católicos queremos imponer nuestros principios religiosos al resto de los españoles, es una provocación. Por muy ignorante que sea Zapatero, sabe de sobra que somos sinceros tanto a la hora de rechazar la muerte de un inocente como al pedir ayuda para las mujeres que se ven abocadas al aborto. Y sabe también que cuando nos enfrentamos a esa práctica no lo hacemos debido a nuestras creencias, sino basándonos en los datos científicos acerca del inicio de la vida humana desde la concepción. Por lo tanto, sus palabras, insultantes, sólo buscan provocar. Tenemos que preguntarnos, entonces, por qué obra así alguien que debería gobernar para todos los españoles. La respuesta es que busca desesperadamente que se deje de hablar de la crisis económica y para ello intenta que la sociedad se enzarce en un debate en el que él aparezca como adalid de la progresía. No digo que ese sea el objetivo de esta ley abortista –estoy convencido de que éste es más profundo y duradero: minar jurídicamente la democracia, al considerar como derecho matar a inocentes, y sentar un peligroso precedente-. Me refiero a sus insultos provocadores. Zapatero necesita que se hable de otra cosa que no sea del caos económico y de las peleas internas en su incompetente Gobierno. Afortunadamente la gente ya no pica en esos anzuelos. Hay que tomar nota de sus insultos, no pagar con la misma moneda y seguir adelante de manera pacífica, usando todos los recursos legales. Lo demás se lo diremos en las urnas.