Sábado, 21 de diciembre de 2024

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El desconfinamiento de niños y de ancianos

por En cuerpo y alma

 

 

            Parece ser que el próximo día 26 el Gobierno empezará a permitir el desconfinamiento de niños menores de 14 años, mientras que según se dice, los mayores de una edad a determinar serán los últimos en ser desconfinados, cosa que ocurriría en fecha aún por determinar.

            La medida carece de toda lógica. Se nos ha hecho saber por todos los medios y se nos ha repetido hasta la saciedad, que el problema del contagio masivo ha sido la cantidad de pacientes asintomáticos que han seguido circulando por nuestras calles, como se nos ha hecho saber por todos los medios y se nos ha repetido hasta la saciedad, que ese asintomatismo se ha concentrado entre los pacientes más jóvenes y es casi inexistente entre los mayores, los cuales, si infectados, raramente son asintomáticos sino que por el contrario, sufren los peores síntomas de la enfermedad.

            ¿Qué lógica tiene entonces desconfinar primero a los que, por muy pesaditos e insoportables que se puedan poner en casa, más riesgo presentan de seguir transmitiendo el virus, los niños, y obligar a quedarse encerrados a los que sólo saldrán si no tienen el virus, porque si lo tienen lo padecerán en modo tan cruel que lo último que querrán y podrán es, precisamente, salir a la calle?

            Por otro lado, ¿qué lógica reside en permitir desconfinarse a quienes, por muy pesaditos e insoportables que se puedan poner en casa, menos lo precisan, los niños, impidiéndoselo a quienes por sus patologías y limitaciones más lo necesitan, los mayores?

            No deja de llamar poderosamente la atención que cuando so pretexto de “dignificar la muerte” el Parlamento español está tramitando una ley que facilite el acceso a ella a todo aquél que la desee, se impida a una persona, bajo la excusa de que es mayor, el poder elegir entre moverse libremente y arriesgarse a enfermar y morir, o confinarse voluntariamente minimizando dicho riesgo.

            Todo lo cual obliga a buscar el verdadero motivo inspirador de la medida en razones diferentes de las de la lógica o el beneficio de nuestros mayores. Y más allá de que por desgracia, electoralmente hablando y sobre todo en el ámbito de la izquierda, “niños suman, viejos restan”, la verdad es que todo apunta a que la verdadera intención de la misma, -aunque sin duda nuestros gobernantes intentarán presentárnoslo como lo contrario-, no es velar por la salud de nuestros mayores, sino bien al contrario, someterles a una nueva discriminación.

            Una discriminación que, por un lado, acrecentará el coste inmenso que han pagado ya en esta crisis, siendo los últimos a los que se ha atendido y eso cuando se ha hecho (¿quién a estas alturas de la historia no conoce algún anciano fallecido en las peores condiciones afectivas y sanitarias?). Y por otro, dará un paso más en esa campaña cada vez más evidente de desprestigio y deslegitimación al que una parte de la sociedad les está sometiendo, recordándoles a cada momento la carga que representan para el sistema. Cuando hasta eso es falso, porque los viejos de nuestra sociedad son los que más han contribuido a su mantenimiento, no sólo con su esfuerzo físico, laboral y profesional, sino también económico y particularmente fiscal. Mucho más, desde luego, que cualquier jovencito de 25 años o menos que por lo general en España, no lleva ni un euro cotizado, ni al fisco ni a la seguridad social.

            Porque digámoslo como es: nuestros viejos no sólo NO son nuestros deudores, ni de nuestra sociedad ni de nuestro sistema económico o social… ¡es que son sus grandes acreedores! Todos estamos en deuda con ellos, y no hablo de una deuda afectiva o moral, que también, hablo de una deuda económica, monetaria en el más estricto sentido de la palabra, con una expresión en euros, en muchos euros, en muchos millones de euros...

            ¿Será por eso que los tratamos tan mal? No sería la primera vez en la historia en que los deudores intentan pagar su deuda exterminando a sus acreedores… Sólo que en este caso no se trata de nuestros vecinos o de personas de otra raza o religión (Vd. me entiende)… se trata de nuestros padres…

           Que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos.

  

            ©L.A.

            Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter  @LuisAntequeraB

 

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