Un comentario al documental del Papa Francisco
por Nobleza obliga
¿Cómo se puede perpetrar en pleno siglo XXI el nombre y las buenas obras de San Francisco de Asís, uno de los santos más grandes e inspiradores de la historia? ¿De qué manera la Iglesia está llamada a atender a los signos de los tiempos, actualizar su mensaje sin perder la esencia de las enseñanzas de Jesús, el mismo ayer, hoy y siempre?
Corre el sexto año de pontificado de Francisco. El primer Papa latinoamericano. Primer jesuita y el primero en escoger el nombre de Francisco y con ello honrar al santo de Asís del siglo XIII a quien Cristo le habló en la capilla de San Damian para que reforme su Iglesia.
El documental “Un hombre de palabra”, cuyo estreno se realizó el pasado 18 de mayo en Estados Unidos, deja ver ese lado tan humano y cercano del actual pontífice y combina muy bien las imágenes más impactantes de su pontificado - con sus viajes, audiencias, sus principales discursos y los gestos de cercanía hacia las personas más sencillas – con una entrevista realizada por Wim Wenders en la que responde en español a preguntas sobre temas como el medio ambiente, los derechos de los trabajadores, la familia y la necesidad de que los padres acompañen a sus hijos, los pecados que más avergüenzan a la Iglesia (como el abuso sexual a menores, cometido por algunos sacerdotes), la necesidad de vivir la sencillez y la pobreza evangélica, la importancia de la oración, entre otros aspectos de relevancia y que no son ajenos a las preocupaciones de la Iglesia.
Esta entrevista hace de Francisco un hombre cercano, preocupado por cada uno de los fieles de la Iglesia de la cual él es la cabeza y también por millones de hombres y mujeres alrededor del mundo que no profesan la fe católica pero que se dejan interpelar por sus palabras, porque consideran que su mensaje traspasa las fronteras de cualquier credo. “Un hombre de palabra” da la sensación de que el Papa te está hablando de tú a tú, con un rostro fatigado pero lúcido, con una mirada reflexiva, compartiéndote la alegría de vivir el Evangelio y exhortándote con sus palabras sencillas a que vivas en coherencia con aquello que crees.
Las imágenes de este documental, compuestas por una miscelánea de viajes, discursos, homilías y audiencias, combinan muy bien las palabras impactantes de este pontífice con los rostros que reflejan reacciones de alegría, sorpresa y fervor de parte de quienes lo escuchan y lo reciben en diferentes rincones del planeta. El documental reúne así diversos viajes por países como Brasil, Estados Unidos, Italia, Israel, República Centroafricana, Filipinas, Portugal, Bolivia entre otros.
Por falta de tiempo quizás, esta producción se queda corta en algunos temas. Hubiera sido magnífico que destacara documentos como la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, la cual no menciona y que hoy resulta una guía invaluable para muchos proyectos evangelizadores alrededor del mundo. El espectador podría pensar que la encíclica Laudato Si – sobre el cuidado de la casa común, muy buena y muy actual - es único documento relevante escrito por el Papa.
Aún así la recomiendo a todo tipo de público: católicos que admiran y siguen al pontífice y personas de otras denominaciones que quieren aprender de este gran líder, de sus palabras sencillas y llenas de sabiduría, de este Papa que vino “desde el fin del mundo” para salirse de algunos parámetros tradicionales, mostrando siempre un rostro muy humano, ahondando en las enseñanzas del Evangelio y procurando hacer vida aquella frase que pronunció ante más de un centenar de periodistas al comenzar su pontificado: “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre para los pobres!”.
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