Domingo, 22 de diciembre de 2024

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¿Celebrar la vuelta al mundo de Elcano y Magallanes? ¿Pero acaso hay algo que celebrar?

por En cuerpo y alma

 

 

            Como se sabe, el año próximo, el día 20 de septiembre concretamente, se celebra el V Centenario de la partida desde Sanlúcar de Barrameda de la expedición que, comandada en principio por Fernando de Magallanes y al final por Juan Sebastián Elcano, culminará con la primera vuelta al mundo realizada jamás por un ser humano.

            Contemplo con horror e incredulidad la posibilidad de que los españoles nos lancemos, así como así, a la celebración del evento. De hecho, me parece que incluso se ha creado ya una comisión que prepara magnos festejos y alharacas. Y la pregunta que me formulo hoy es la siguiente: ¿realmente hay motivo para celebración alguna? Pues bien, con toda sinceridad y pureza de corazón, creo que son sobradas las poderosas razones que deberían conducirnos a los españoles a abandonar la extravagante idea de conmemorar el hecho, las cuales voy a intentar resumir en las siguientes líneas.

            La primera cae por su peso: en las cinco embarcaciones que parten de Sanlúcar de Barrameda para realizar el periplo, en las cuales viajan hasta 239 marineros… ¡¡¡no hay una sola mujer!!! ¿Se dan Vds. cuenta? ¡¡¡Una sola mujer!!! Ni siquiera hablo de las cuotas que marca la Ley orgánica 3/2007 que establecen un 40% de mujeres mínimo, no… Es que en lo que constituye un nuevo ejemplo bien clarificador del machismo que imperaba ya entonces en una sociedad como la española del s. XVI que sólo debería merecer por nuestra parte olvido y vituperio… ¡¡¡no hay ni una!!!

            En segundo lugar, no consta de la existencia en toda la tripulación, y estoy hablando de más de doscientos hombres… ¡¡¡de un solo matrimonio igualitario!!! ¿Se puede creer? Doscientos treinta y nueve hombres… ¡¡¡y ni uno sólo de ellos casado con otro!!! Por cierto, ni un solo bisexual tampoco, ni un solo transexual, ni un solo transgender, ni un solo trans, ni un solo intersex, ni un solo androgynous, ni un solo agender, ni un solo cross dresser, ni un solo drag king, ni un solo drag queen, ni un solo genderfluid, ni un solo genderqueer, ni un solo intergender, ni un solo neutrois, ni un solo pansexual, ni un solo pan-gendered, ni un solo third gender, ni un solo third sex, ni un solo sistergirl, ni un solo brotherboy... Alguien me dirá: “no se ponga Vd. así, Antequera… a lo mejor lo había pero no nos hemos enterado”. ¡Pues bien, peor aún! ¿Por qué no se le ha dado en tal caso la adecuada visibilidad? ¿Eh? ¿Por qué Pigafeta en su “Relación del primer viaje alrededor del mundo” en la que relata de primera mano todo lo acontecido en el periplo no nos informa de que tal o cual marinero era third gender o brotherboy? ¿eh? ¿por qué?.

            Aunque por fortuna el plástico todavía no existía –maldita sea el día en que Leo Baekeland lo inventa en 1909- y en consecuencia, a Dios gracias –perdón, ¡por fortuna!- no se vierte ningún residuo plástico al mar, lo cierto es que las dotaciones de las embarcaciones arrojan a las saladas aguas todos los innumerables residuos que producen, con lo que contribuyen, ya en tiempos tan tempranos, a la contaminación de los océanos, poniendo así también, qué duda cabe, los primeros granitos de arena para el advenimiento del terrible cambio climático que desde entonces padecemos. Algo aún más grave por contribuir los españoles con su descubrimiento del Pacífico a la contaminación de un mar que hasta ese momento se había mantenido virgen de cualquier inmundicia humana. (En honor a la verdad, algunos indios que vivían a sus orillas hacían ya sus necesidades en él, pero al tratarse de indígenas puros, incontaminados e inocentes, sus ecológicas caquitas no resultaban en modo alguno nocivas, y antes al contrario, contribuían al adecuado equilibrio del medio acuático, que no es lo mismo que ocurre cuando los efluvios, lejos de pertenecer a un indígena ígneo e inmaculado, son los de un bárbaro machista, racista, homófobo, fascista e imperialista).

            Además, con su periplo atravesando por mar el continente americano, Magallanes, Elcano y sus muchachos se harán cómplices de la política de destrucción de las diversas civilizaciones y culturas existentes en el Nuevo Mundo, colaborando así al final de costumbres tan inveteradas, entrañables y arraigadas como el consumo de carne humana fresca, la ofrenda a la deidad de corazones calientes o la evisceración de doncellas, y contribuirán de manera inexorable, al denostable proceso de aculturación de las virginales tribus existentes en el continente, a las que, por si ello fuera poco, se impondrán costumbres tan alienantes y ajenas a su acervo cultural como la lectura, la escritura, las escuelas, la educación infantil, la fundación de universidades, la agricultura, la cría ganadera, la construcción de caminos o la formación de ciudades. Actuando en ello de manera tan diferente a como lo harán poco después los elegantes británicos, que antes de tener que proceder a un proceso tan cruel e inhumano como el de la aculturación de todo un pueblo, preferirán honradamente, como se hará en los Estados Unidos, proceder a su exterminio, evitándole así sufrimientos y humillaciones innecesarias.

            Con el embarcamiento en las naves partidas de Sanlúcar de todo un cargamento de especias en las islas Molucas y en otros lugares, colectadas, como es de todos conocido, por trabajadores carentes de todo tipo de sistema asistencial y cuya afilización a la seguridad social no consta por ningún lado, demuestran también Magallanes y sus muchachos una absoluta insensibilidad hacia los criterios del comercio justo y de la economía sostenible, del todo condenable. 

            Es bien sabido también que en las cinco embarcaciones, de las que sólo vuelve una, las decisiones se toman en procesos completamente autoritarios muy centralizados en el comandante de la expedición, sin que ninguna de ellas sea sometida a los mínimos procedimientos y controles que impone un proceso democrático de toma de decisiones.

            Por cierto que tampoco cumple la expedición española con los criterios de cuotas étnicas, y habiendo como había en la expedición personas de raza negra y de diversas etnias asiáticas, no gozarán de representatividad alguna en una dirección que constituye en todo momento un monopolio de la oligarquía blanca, no cuestionada en momento alguno (¡y eso que la expedición dura casi de tres años!).

            Es también condenable que existiendo en esas embarcaciones personas de muy diversas nacionalidades –el propio comandante era portugués- y particularmente, varios catalanes que habían sufrido ya innumerables afrentas desde el imperialismo español de los Reyes Católicos que más bien deberían ser llamados los Reyes Fascistas, se impusiera como lengua franca de comunicación de manera autoritaria y sin debate alguno el español, sobre cuyo carácter imperialista e impositivo nada inclusivo, sobradamente conocido ya entonces, -buena prueba de lo cual las afirmaciones realizadas por ese fascista reconocido que era Antonio de Nebrija, el cual se refería a ella como la “lengua del imperio”- no es necesario explayarse.

            Por todo lo cual, lejos del homenaje que muchos pretenden realizar, se entenderían mejor medidas como la retirada inmediata de placas conmemorativas, monumentos, condecoraciones, premios y nombres de calles dedicadas a cualquiera de los protagonistas de tan execrables episodios que denigran la historia de todas y cada una de sus comunidades autónomas que constituyen eso que se da en llamar España (sobre todo Castilla, algo menos las comunidades de izquierdas y las separatistas, que son más modernas e inclusivas). Así como la inmediata exhumación de los cadáveres de Juan Sebastián Elcano y de los diecisiete marineros que con él consumaron la circunnavegación, dondequiera se hallen y cualsíase su estado, y la entrega a sus familiares para que procedan como les apetezca, lamentando profundamente que ello no sea posible realizarlo con uno de los principales protagonistas de tan denostables eventos, el capitán Fernando Magallanes, por haber procedido al engullido y defecado de sus carnes los simpáticos y bromistas indígenas que lo atraparan en Mactán.

            Y bien amigos, ¿se unen Vds. a esta petición? No lo duden un minuto: entre todos Podemos… Que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos.

 

 

            Dedicado a mi cuñado Rafa, en cuyos inteligentes y divertidos comentarios se halla la génesis este artículo

 

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