Rajoy y Martínez Soria
Hace años vi una película de sobremesa en la que actuaba Steven Seagal, que es a Gary Cooper lo que Ferreras, el de La Sexta, a José Luis Balbín. O lo que La Sexta a La Clave. Como quiera que Seagal desapareció en las primeras escena -y que los malos ganaban por goleada a los buenos-confiaba en el retorno del hombre de negro para que pusiera orden, aunque fuera a base de quebrar dedos, su especialidad ósea. Pero Seegal no apareció. Imagino que Mariano Rajoy vio también el filme porque estuvo ausente durante toda la jornada del referendo ilegal. Y cuando irrumpió, ya de noche, no lo hizo como John Wayne, sino como Paco Martínez Soria.
Rajoy debería de aprender de Jesús, que, aunque sabía que no llegaría vivo, sino resucitado, a su nuevo mandato, nunca anduvo con pies de plomo. Y menos aún cuando lo hizo sobre el mar. Pero Mariano parece más de mirar la playa que de meterse en ella, por si las olas. De ahí que apueste todavía por el diálogo con los golpistas. En la vida de fe, el diálogo, por lo que tiene de intercambio de Padrenuestros, es una preciosa conversación del hombre con Dios. En la vida empresarial, es un pretexto para celebrar comidas de trabajo. Y en la conyugal, una advertencia de que las cosas no funcionan: cuando tu pareja te dice tenemos que hablar, busca piso. Pero en la vida política, el diálogo con los malos, por lo que tiene de rendición, es la evidencia del fracaso. Así que destacar la importancia del diálogo ante el sedicioso es como elogiar la calidad del bolso ante el tironero.
Otra cosa es, por supuesto, que el tironero esté dispuesto a renunciar al bolso, que es el punto de partida que propone la Conferencia Episcopal para que ambas partes negocien una salida a la crisis. El comunicado del órgano católico estipula en su documento que el respeto a la legalidad es innegociable. Hay quien, a pesar de eso, critica a los obispos porque considera que su parte oficial un ejercicio de equilibrismo. Quien así hace desconoce que Jesús nos propuso ser astutos. El buen pastor, en lugar de apedrear a las ovejas que se salen del redil, intenta que retornen por las buenas. Y que no se pierda el rebaño catalán católico. Otra cosa es el rebaño catalán laicista, que apuesta por el cuerpo a cuerpo. Habría que advertirle de que el Estado tiende a defenderse. Y de que en la otra parte de España cada vez son más que piden que los dos únicos requisitos para ser guardia civil sean tener bigote y gastar capa.
Rajoy debería de aprender de Jesús, que, aunque sabía que no llegaría vivo, sino resucitado, a su nuevo mandato, nunca anduvo con pies de plomo. Y menos aún cuando lo hizo sobre el mar. Pero Mariano parece más de mirar la playa que de meterse en ella, por si las olas. De ahí que apueste todavía por el diálogo con los golpistas. En la vida de fe, el diálogo, por lo que tiene de intercambio de Padrenuestros, es una preciosa conversación del hombre con Dios. En la vida empresarial, es un pretexto para celebrar comidas de trabajo. Y en la conyugal, una advertencia de que las cosas no funcionan: cuando tu pareja te dice tenemos que hablar, busca piso. Pero en la vida política, el diálogo con los malos, por lo que tiene de rendición, es la evidencia del fracaso. Así que destacar la importancia del diálogo ante el sedicioso es como elogiar la calidad del bolso ante el tironero.
Otra cosa es, por supuesto, que el tironero esté dispuesto a renunciar al bolso, que es el punto de partida que propone la Conferencia Episcopal para que ambas partes negocien una salida a la crisis. El comunicado del órgano católico estipula en su documento que el respeto a la legalidad es innegociable. Hay quien, a pesar de eso, critica a los obispos porque considera que su parte oficial un ejercicio de equilibrismo. Quien así hace desconoce que Jesús nos propuso ser astutos. El buen pastor, en lugar de apedrear a las ovejas que se salen del redil, intenta que retornen por las buenas. Y que no se pierda el rebaño catalán católico. Otra cosa es el rebaño catalán laicista, que apuesta por el cuerpo a cuerpo. Habría que advertirle de que el Estado tiende a defenderse. Y de que en la otra parte de España cada vez son más que piden que los dos únicos requisitos para ser guardia civil sean tener bigote y gastar capa.
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