El mambo y los tanques
La revista Rumiyah, órgano de propaganda del Daesh, incluye en la noticia del mes, el atentado yihadista de Barcelona, la advertencia de que España será atacada de nuevo. Dado que no especifica la razón en portada, habrá que colegir que lo que el islamista radical no ve con buenos ojos no es la civilización, sino la minifalda. En eso se parece a Manolo Escobar, que exige a su chica recato en la vestimenta para acudir al descabello del quinto de la tarde. O a Cocó Chanel, que auguró el fracaso de esta prenda porque en su opinión las rodillas son la parte más fea del cuerpo. De lo que se deduce que esta mujer jamás se fijó en los codos.
De mezclar la copla de Escobar y la reflexión de Chanel surge el machismo indumentario, el burka. Y de mezclar la intransigencia musulmana con la persecución del catolicismo surge el proyecto de dinamitar la Sagrada Familia con 100 kilos de explosivo. Hay que aclarar que si la destrucción de los símbolos cristianos forma parte de la estrategia de la guerra declarada por el Islam a Occidente es por envidia. Una envidia apuntalada en la evidencia de que el templo de Gaudí le da mil vueltas a la alhambra. Y no tanto por cuestiones arquitectónicas como espirituales: los surtidores de la fuente de los leones no emanan agua bendita.
Por expreso deseo de Dios, los catalanes cuentan con una iglesia que invita, no ya a rezar, sino a convertirse al catolicismo. Sin embargo, aunque el monumento sigue en el punto de mira del extremismo moro, tras el breve duelo por la matanza, Barcelona relega a las víctimas a páginas de interior para centrar las fuerzas en conseguir su independencia de España, que en su opinión es el enemigo, aunque no utilice furgonetas para dispersar a los participantes de la Diada. Un enemigo al que advierten de que combatirán con mambo si osa enviar a los tanques. Me da a mí que los del mambo van a bailar agarrado si hay enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Están preparados para eso. Al fin y al cabo, la CUP es la Legión de los antisistema. Con la del flequillo en el papel de la cabra.
De mezclar la copla de Escobar y la reflexión de Chanel surge el machismo indumentario, el burka. Y de mezclar la intransigencia musulmana con la persecución del catolicismo surge el proyecto de dinamitar la Sagrada Familia con 100 kilos de explosivo. Hay que aclarar que si la destrucción de los símbolos cristianos forma parte de la estrategia de la guerra declarada por el Islam a Occidente es por envidia. Una envidia apuntalada en la evidencia de que el templo de Gaudí le da mil vueltas a la alhambra. Y no tanto por cuestiones arquitectónicas como espirituales: los surtidores de la fuente de los leones no emanan agua bendita.
Por expreso deseo de Dios, los catalanes cuentan con una iglesia que invita, no ya a rezar, sino a convertirse al catolicismo. Sin embargo, aunque el monumento sigue en el punto de mira del extremismo moro, tras el breve duelo por la matanza, Barcelona relega a las víctimas a páginas de interior para centrar las fuerzas en conseguir su independencia de España, que en su opinión es el enemigo, aunque no utilice furgonetas para dispersar a los participantes de la Diada. Un enemigo al que advierten de que combatirán con mambo si osa enviar a los tanques. Me da a mí que los del mambo van a bailar agarrado si hay enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Están preparados para eso. Al fin y al cabo, la CUP es la Legión de los antisistema. Con la del flequillo en el papel de la cabra.
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