De uno que prefería morir a matar y terminó optando por la muerte
por Luis Antequera
El 24 de agosto de 2005, el entonces ministro de Defensa Sr. Bono hacía en el Congreso la siguiente afirmación:
“Yo prefiero morir a matar”.
No era sino la reafirmación en la idea más llamativa de cuantas había sostenido unos días antes, concretamente el 2 de agosto de 2005, en una conferencia en el Woodrow Wilson Center de Washington en la que bajo el título “Terrorismo internacional y defensa”, pronunció estas palabras:
“Soy un ministro de defensa y prefiero que me maten a matar como convicción moral personal”.
Pues bien, el autor de tan rotunda como chocante afirmación, verdaderamente inesperable en una persona cuyos compatriotas ponen en sus manos la más alta responsabilidad en lo tocante a su defensa, ha tenido ya la ocasión de -sin ni siquiera tener que ofrecer su propia vida como rescate- pronunciarse en coherencia con la misma. ¿Y qué es lo que ha hecho? Votar a favor de la muerte, y no la suya, desde luego, sino la de los otros, la de ciento doce mil inocentes (cada año) en el mismo vientre de su madre.
Alguien podría acusarme de demagogo y sostener que el entonces ministro de defensa y hoy presidente de las Cortes, no ha incurrido en realidad en incoherencia alguna, pues en el Woodrow Wilson Center él se refería a personas, pero no es de los que cree que al feto que se extermina en cada aborto que se produce quepa atribuir la condición de tal.
Nada mejor que dar la palabra al interpelado para que sea él mismo quien nos desvele su opinión. Lo hace en el artículo que firma en El País del pasado día 26 de noviembre:
“Sabemos con certeza que el feto no es un órgano propio de la mujer, sino una realidad distinta de la mujer gestante. El feto es más un “alguien” que un “algo”. No puedo negar sin mentirme que tengo la convicción de que en el seno materno se alberga una vida humana en formación que es digna de protección. Estamos ante un valor constitucional. El alto tribunal establece que el feto “en todo caso, es un bien no sólo constitucionalmente protegido sino que encarna un valor central del ordenamiento constitucional” (STC 53/1985, FJ 9)”.
Este es el personaje. Que cada cual lo juzgue por sí mismo.