Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Toda la culpa de todo es de la religión

por La Columna del #CoronelPakez


Si no fuera por la religión, podría enfadarme como un energúmeno cada vez que quisiera en defensa de mi razón y de mis legítimos intereses; incluso podría recuperar por la fuerza lo que me es debido y todo lo que yo considero que me es debido.
 
Si no fuera por la religión podría dejar de pagar mis impuestos y mi contribución al bien común y al progreso de la sociedad sin que nadie me acusara de robar y, sobre todo, sin que tuviese que aparentar que soy un ciudadanos ejemplar.
 
Si no fuera por la religión podría ser infiel en mi matrimonio y usar y tirar a cuantas mujeres, hombres o niños, se cruzasen en el camino de mis deseos; incluso podría engañar a estos nuevos amantes con otros nuevos amantes y llamaría al resultado "libertad", sin más.
 
Si no fuera por la religión engañaría a todos mis clientes, proveedores y empleados: les pagaría mal, tarde o nunca. Les exigiría esfuerzos inhumanos y los trataría como trataban los ingleses a los boers en Sudáfrica. O sea, como esclavos, y aún peor que a esclavos.
 
Si no fuera por la religión, mentiría con jactancia y descaro a todos mis lectores y les haría creer todo aquello en lo que no creo y todo aquello que odio y todo aquello que sé que les perjudica. Es más: les enseñaría todo aquello que destruirá sus vidas irremisiblemente.
Y me reiría a gusto durante días eternos de semejante chiste.
 
Si no fuera por la religión, mataría a mansalva porque matar es negocio y vender armas también es negocio y la vida humana, digan lo que digan los curas y los ateos moñas, no vale una mierda. Nunca. En ningún sitio.
 
Si no fuera por la religión, sería un tipo que no cree en nada, que no se compromete en nada, que no piensa en nada que le comprometa en nada, ni hace nada que ponga en riesgo la integridad de su bienestar.
La tibieza es más cómoda que el frío o el calor. La tibieza sería el cielo, si no fuera por los pesados de la religión.
 
Si no fuera por la religión, sería un monstruo terrible; tan monstruo y tan terrible como dijo que sería Evelyn Waugh cuando le preguntaron porqué un misógino, dipsómano, iracundo, glotón y cínico perverso como él profanaba templos católicos con su presencia asistiendo a la Santa Misa todos los días.
 
Si no fuera por la religión, en fin, haría todo lo que me saliese del escroto y molestaría a todo el mundo y me ciscaría en todo. Maldita religión que nos impide embrutecernos con absoluta libertad. Perdón: con relativa libertad.
 
Porque lo que nos espanta de verdad de la religión, y en concreto de Jesucristo, es que nos ofrece la libertad absoluta.
Y esto es demasiado peligroso para nuestras vidas mediocres, pedantes y cobardes. La libertad solo nos gusta crucificada.
 
 
 
 
 
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