Primer abad de la restauración
(Poblet).- El 3 de mayo, celebrando la Pascua del Señor, también los monjes de Solius y de Poblet, con las monjas de Valldonzella y de Vallbona, hemos celebrado la Pascua del amado P. Abad Edmon M. Garreta, su paso de este mundo a la casa del Padre.
Murió en la paz de Cristo el 1 de mayo a los 96 años de edad. La misa y el entierro del P. Edmon tuvo lugar a las 11 de la mañana en la Iglesia del monasterio de Solius, con la participación del arzobispo emérito de Barcelona y cardenal Lluís Martínez Sistach; del P. Carles Solé Perdigó, obispo emérito de Gerona; y del P. Abad Octavi Vilà, Abad de Poblet y Abad presidente de la Congregación de la Corona de Aragón.
La eucaristía fue presidida por el P. Prior de Solius Josep Peñarroya, y dijo en la homilía que la muerte del P. Edmon era para todos nosotros "como si nos arrancaran una parte de nosotros mismos", una parte de nuestro propio corazón. Tanto le debemos al P. Edmon por todo lo que nos amó, nos dio y nos regaló. Lo que somos "es fruto de lo que hemos vivido juntamente con los otros. Por eso en la muerte de cada hermano, sentimos un poco anticipada la propia muerte. Pero miremos de asumirla con amor, con confianza, con aquel abandono hecho de clarividencia que nos enseñó Jesús".
El P. abad Edmon nos ha enseñado que uno no se hace monje por una decisión semejante a cuando uno escoge dedicarse a una carrera o un oficio. Lo que hace a un monje o a un religioso es la escucha de una llamada interior: "la voz de Dios que te interpela y te llama de manera irresistible a seguirlo con radicalidad por un camino a lo mejor impensado".
Para el P. Abad emérito de Poblet José Alegre el P. Edmon fue "un hombre muy jovial, muy agradable en el trato". Fue un monje que por su gran alegría nos dejó muchas anécdotas llenas de ternura, como aquella en la que un obispo, al ver que era bajito, sorprendido por su joven edad, exclamó: "¡no sabía que los cistercienses hacían abades a los niños de primera comunión!"
En el recordatorio el P. Edmon nos dejó escrito su testamento: "Post tenebras spero lucem" -"se acercaría la luz que ahuyenta las tinieblas" (Job 17, 12). "Una vida de oscuridad, de desconcierto delante de los planes de Dios en mí, de sufrimiento interior, pero de deseo de fidelidad a su voluntad, no obstante mis desfallecimientos y pecados; y al mismo tiempo de una gran esperanza de liberación final y de consecución de la luz eterna en la visión de Dios. Gracias, hermanos... Sólo Dios sabe cómo os he amado. Amaos y perdonaos siempre".
La luz en la que ahora vive por siempre el P. Edmon también se derrama en nuestros corazones y nos ayuda a comprender la grandeza de su amor, de su corazón de monje, de abad. Esa luz se enciende cada vez que -como él tan bien lo expresaba- acogemos en nuestra vida el silencio de los monasterios, lugares de misericordia y de acogida para los hombres y las mujeres de hoy, tan necesarios en medio del ruido y de la oscuridad de nuestro mundo actual. La radical sencillez de la vida monástica que él con tanto amor y fidelidad buscó durante toda su vida ayuda a crear en nuestro corazón un silencio donde Dios hable, nos llame, nos interpele y nos convoque a vivir agradecidos por el don de su amor en caminos siempre nuevos, siempre impensables, siempre sorprendentes.
El Padre Edmon María Garreta Olivella nació al barrio barcelonés de Hostafrancs el 15 de enero de 1921. Entró en Poblet en 1944, en los años duros de la posguerra en que tuvo lugar la restauración monástica con cuatro monjes italianos. Recibió la bendición abacial de manos del P. Abad General del Orden Cisterciense Sighard Kleiner el 4 de julio de 1954. Como el primer Abad de la restauración de Poblet, el P. Edmon M. Garreta realizó la ardua tarea de restauración y refundación espiritual y material de la vida de la joven comunidad que seguía con gran interés el Concilio Vaticano II.
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