Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Tres son los soportes de la fe; oración, ayuno y misericordia. San Pedro Crisólogo

Tres son los soportes de la fe; oración, ayuno y misericordia. San Pedro Crisólogo

por La divina proporción


La Iglesia actual tiende a centrarse en el sentir difuso y despreciar el entendimiento claro. Es más, sospecha y acusa al entendimiento porque señala muchos reyes desnudos que nos venden como emperadores vestidos de lujo. Indudablemente no se puede ayunar ayudando al prójimo, como tampoco se puede comer limpiando el suelo o dormir saltando a la comba. Se ejerce la misericordia cuando el prójimo nos solicita ayuda y nosotros se la damos con plena humildad y caridad. El ayuno es lo que es, abstenerse de comer más allá de lo estrictamente necesario y así sentir lo poco que somos por nosotros mismos y lo que nos ama Dios. Pero no lo digo yo, leamos lo que San Pedro Crisólogo nos dice:

Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente. El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y  la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros dos, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le escuche, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le suplica.

Que el que ayuna entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que responda quien desea que Dios le responda a él… Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez  con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti.

En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor a favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.
(San Pedro Crisólogo. Homilía sobre la oración, el ayuno y la limosna)

Por desgracia, hoy en día nos venden que el ayuno es algo desfasado e incluso repudiable. Sólo se acepta ayunar cuando se tiene objetivos estéticos o de bienestar físico, porque la estética y el bienestar contribuyen a la emocionalidad aparente, mientras que el verdadero ayuno, desenmascara las falsas religiosidades adaptadas al mundo. Este rechazo al ayuno nos lleva a comprar todo tipo de pseudo ayunos y perder el don que Dios nos ha querido dar con esta herramienta de espiritualidad.

¿Qué nos regala el ayuno? Ya lo comenté antes: evidencia nuestra fragilidad humana y nos ayuda a darnos cuenta de todo lo que tenemos que agradecer a Dios. Sentirse débil, ligeramente desorientado, incapaz de pensar con total nitidez, muestra lo poco que somos. Nos sentimos así cuando dejamos de comer un poco de alimento. El verdadero ayuno también propicia la oración, ya que nos permite sentirnos más cercanos a Dios y menos apegados al mundo. También nos permite ver con otros ojos a quienes necesitan de nuestra ayuda, ya que sentimos en nosotros mismos las limitaciones de la naturaleza humana. Dicho por San Juan Crisólogo: “Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros dos, no posee ninguno

También se han puesto de moda ayunos de redes sociales que se publicitan semanas antes para que todos sepan que estamos ayunando. Si el tiempo que dedicamos a las redes sociales es un tiempo de evangelización en el que nos negamos a nosotros mismos para trasparentar a Cristo, ¿Qué sentido tiene ayunar de esa forma? En todo caso, si decidimos utilizar el tiempo de chismes, habladurías y críticas para la oración, bienvenido sea. Pero, que sea en silencio, sin que nadie lo sepa, porque no buscamos apariencias y marketing personal, sino pedir perdón a Dios llenos de arrepentimiento.

Quien separa ayuno, oración y misericordia, nos llama a alabar al mundo, aunque esté desnudo y sea incapaz de llenar nuestra necesidad de Dios. Quien confunda ayuno, oración y misericordia, quiere ofrecernos apariencias que sean bien vistas por todos y seamos alabados por lo demás. Tal como comenté en el post del miércoles de ceniza, ayuno, oración y misericordia deben realizarse en la intimidad para que únicamente Dios nos vea y no podamos engañar a nadie con apariencias vacías.
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