El cristianismo, en la diana del ultraislamismo ahora también en Europa
por En cuerpo y alma
Una de las cosas que confirma el último atentado perpetrado en Alemania contra un mercadillo de navidad es el cambio de estrategia que empieza a producirse en el ámbito del terrorismo islamista en los países occidentales. Y dentro de esa estrategia de la que hablamos, en un punto muy concreto de la misma: el que tiene que ver con la diana, con el objetivo, de los ataques realizados.
El terrorismo de corte islamista en los países Europa había registrado tradicionalmente dos objetivos típicos: por un lado, el judaísmo, -y particularmente el sionismo (pinche aquí para conocer la diferencia entre lo uno y lo otro)-; y por otro lado, un abstracto “imperialismo”, ya fuera propiamente “yankee”, ya fuera, de un modo más amplio y genérico, “occidental”.
De lo primero es muestra el que puede ser considerado como el pionero entre los grandes atentados islamistas sufridos en Europa: el que perpetró aquel grupo prácticamente creado para la ocasión denominado Septiembre Negro y que tuvo como objetivo los atletas de la legación israelí durante los Juegos Olímpicos de Munich en el año 1972. Y luego, el perpetrado contra un mercado kosher en París en enero de 2015 y tantos otros.
De lo segundo son el más claro ejemplo los atentados perpetrados contra las Torres Gemelas de Nueva York (y otros centros que han quedado eclipsados ante la magnitud y simbolismo que representaron las Torres) por el grupo de vocación inequívocamente islamista denominado Al Qaeda, que produjo el derrumbe, en el más literal sentido de la palabra, de lo que era el símbolo del capitalismo mundial de corte occidental, nada menos que las Torres Gemelas. Y con él, un terrible pago en sangre que ascendió a más de dos mil víctimas humanas. Al que añadir tantos otros atentados, como el terrible 11-M español, o los de Londres y Niza.
De un tiempo a esta parte, vemos virar el objetivo de los terroristas hacia nuevas dianas. El atentado en París contra la redacción de Charlie Hebdo marca una nueva tendencia sobre la que no debemos dejar de fijar nuestra atención. El ataque ya no es propiamente ni contra el sionismo ni contra el imperialismo occidental, sino contra quien es percibido como un enemigo intelectual del islam a causa de las irreverentes viñetas que durante años exhiben sus páginas (y eso que el islam ni era ni es su objetivo preferido). Y en seguida, un nuevo cambio de diana que es el que empieza a hacerse patente ahora, y particularmente, con este atentado perpetrado en Berlín: los cristianos, el cristianismo.
Los ejemplos son muchos: el pionero, de doloroso recuerdo, el ataque a una iglesia francesa seguido del degollamiento de su anciano cura párroco de 86 años de edad, Jacques Hamel, en Saint-Etienne-du-Rouvray,en Normandía. En el Temómetro de persecución religiosa damos cuenta de los ataques que, cada vez con mayor frecuencia, registran los símbolos cristianos callejeros, estatuas, crucifijos, nacimientos, árboles de navidad, la mayoría desde el radicalismo laicista, pero cada vez con mayor frecuencia, desde el ultraislamismo también. Algo, esto último, a lo que no es ajeno nuestro país: en España se han registrado ya varios ataques islamistas contra símbolos estrictamente cristianos, como es el caso de los actos vandálicos contra iglesias en ciudades como Fontellas, en Navarra, o el Rincón de la Victoria, en Málaga.
Lo ocurrido últimamente en Alemania es revelador. Porque si hoy conocemos el atentado en toda regla, con sangre y víctimas humanas, dirigido contra un evento estrechísimamente relacionado con la religiosidad cristiana, un mercadillo de navidad, hace pocos días conocíamos la noticia atroz de aquel niño de doce años que pretendía inmolarse precisamente y también, en un mercadillo de navidad. Sólo en el distrito de Coesfeld, en Renania Westfalia del Norte, se han producido en los últimos días 28 actos vandálicos contra estatuas y crucifijos en espacios públicos perpetrados, al parecer, desde ámbitos islamistas. Y eso, sin incluir los numerosos ataques que aunque no propiamente dirigidos contra europeos, sí se han producido, sin embargo, en Europa, y con particular frecuencia en Alemania también: los sufridos por los refugiados cristianos a manos de refugiados musulmanes, bastante silenciados, por cierto, por la prensa, a pesar de su gravedad y de su frecuencia. Exportando así a Europa, a occidente, el esquema de violencia estrictamente interreligiosa que vemos ocurrir en países tan lejanos (pero cada vez más “cercanos”, según se ve) como Siria, Irak, Nigeria, Pakistán o Egipto, por citar sólo algunos y sin ánimo de ser exhaustivos. Con una diferencia, eso sí: que aquí, en Europa, es la religión minoritaria la que ataca a la mayoritaria, mientras que en los países mencionados, es la religión mayoritaria la que ataca a la minoritaria.
Una derivada más pues, de aquello que predijo en enero del año pasado, no hace pues ni dos años, el Arzobispo católico-caldeo de Mosul, Mons. Amel Nona, al que vamos a tener que reconocer el don de la profecía o, simplemente, un poquito de visión geoestratégica y mucho sentido común (el menos comun de los sentidos, como se sabe): “el sufrimiento de los que viven actualmente en Irak es el preludio de lo que cristianos y europeos occidentales sufrirán en un futuro cercano”.
En un próximo artículo explicaré a Vds. el porqué de este cambio de estrategia. Pero por hoy me despido de Vds. una vez más y como siempre, deseándoles que hagan mucho bien y que no reciban menos. Por aquí nos vemos.
©L.A.
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