Domingo, 22 de diciembre de 2024

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¿De verdad son lo mismo comunismo y cristianismo? Conozca los métodos de uno y de otro

por En cuerpo y alma

 
            Y bien, después de preguntarnos de dónde podría provenir la extendida leyenda urbana de que comunismo y cristianismo son doctrinas muy parecidas resumida en la conocida frase “los cristianos son los primeros comunistas” (pinche aquí si le interesa el tema), y luego de analizar la absoluta disparidad de fines que persiguen una y otra doctrina (pinche aquí para lo mismo), toca hoy analizar los medios que proponen uno y otro para conseguir esos fines.
 
            Mucho nos podríamos extender sobre el tema por lo que al cristianismo se refiere, pero como esto es un artículo y no un tratado, nos conformaremos con leer un pasaje de Lucas -reproducido con palabras más o menos parecidas en los otros tres evangelios-, sobre los medios que propone Jesús de Nazaret para conseguir su nueva sociedad más justa y fraternal:
 
            “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y tratad a los hombres como queréis que ellos os traten. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio” (Lc. 6, 27-35)
 
            El sustantivo “amor” aparece en los evangelios diez veces, el verbo “amar” más de cuarenta.
 
            Compárese ahora con lo que propone el comunismo. Y para ello, nada mejor que empezar por su documento fundacional, el Manifiesto Comunista que en 1848 redactan Carlos Marx y Federico Engels, y que ya conocemos bien. Pues bien, en el se deslizan afirmaciones como las siguientes:
 
            “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases […] en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”.
 
            “Los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de los demás”.
 
            “Hemos seguido las incidencias de la guerra civil más o menos embozada que se plantea en el seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, echa las bases de su poder”.
 
           Y sobre todo, ésta, el más franco y resumido compendio que se puede hacer de los métodos comunistas: 

            “Los comunistas abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”.
 
            Como decíamos ya al analizar los fines de comunismo y cristianismo, la palabra "lucha” aparece en el Manifiesto Comunista en hasta treinta y cinco ocasiones, casi tantas como en el Evangelio la palabra "amor", que, por cierto, no aparece ni una en el Manifiesto.
 
            El primero en llevar a a la práctica la Revolución marxista es, como se sabe, el ruso Vladimir Illich Ulianov, alias Lenin, que lo hace en Rusia. Estas son sólo algunas píldoras de su pensamiento sobre el modo de conseguir la sociedad comunista. En “El estado y la revolución” afirma:
 
            “La existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables”.
 
            En 1902, contra los eseristas, afirmaba el líder soviético:
 
            “La muchedumbre es la única esperanza de la revolución y contra la policía sólo puede luchar una organización que dirija (de hecho y no de palabra) a esa muchedumbre”
 
            Organización que, ni que decir tiene, no es otra que el Partido Comunista. Y llama entonces a que se trabaje en “la preparación de formas de violencia que prevean y aseguren la participación directa de las masas”.
 
            “El proletariado necesita el poder estatal, organización de la violencia, tanto para aplastar la violencia de los explotadores, como para dirigir la enorme masa de la población”.
 
            Y la píldora final:
 
            “La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. […] La supresión de todo Estado, sólo es posible mediante un proceso de ‘extinción’”.
 
            En su obra “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, escrita en abril de 1920, cuando ya domina la situación en Rusia, define así la dictadura del proletariado que, efectivamente, se dispone a imponer en la Unión Soviética:
 
            “La dictadura del proletariado es una lucha encarnizada, sangrienta y no sangrienta, violenta y pacífica, militar y económica [...] contra las fuerzas tradicionales del viejo mundo”.
 
            Después de leer los tres artículos con los que hemos analizado la posible semejanza entre cristianismo y comunismo, querido lector, ¿de verdad le sigue pareciendo a Vd. que uno y otro son la misma cosa o que registran algún parecido? ¿De verdad le sigue pareciendo a Vd. que los cristianos son “los primeros comunistas”, o que comunistas y cristianos persiguen los mismos objetivos o comparten los mismos medios? Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
            ©L.A.
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