Putin con laca
Jesús Gil sería un buen secretario de Estado en la América de Trump, ese Putin con laca que ha seducido al electorado con un discurso populista que habría sonrojado a los padres fundadores. El propietario de Imperioso encajaría a la perfección como número dos de un magnate que, a poco que le dejen, convertirá la costa Este en la Marbella de los noventa, abolirá la abolición de la esclavitud y levantará un muro en la frontera de Méjico para que el narcocorrido no contamine el country y el chili no se imponga en la cocina autóctona a la mantequilla de cacahuete.
Puesto que al lado de Trump el Tea Party es Podemos con modales el mundo se prepara para lo peor. Incluido yo que, como soy de derechas, detesto el discurso de la ultraderecha tanto porque es imbécil como porque es violento. Es posible que algún cándido crea que el Ku-Klux-Klan es la franquicia de la cofradía de Jesús del Gran Poder en Virginia, pero les aseguro que allí los encapuchados no se persignan. Y cuando dicen arriba con él se refieren al negro.
Con todo, Estados Unidos no es Corea del Norte. En Washington funciona el sistema de contrapesos para evitar que un presidente electo troque en déspota y decida fusilar a un pariente suyo porque le ronque en mitad de un discurso. La independencia del Tribunal Supremo es real y la prensa ejerce eficazmente de contrapoder. Otra cosa es que tenga influencia, habida cuenta de que gran parte de los medios se había alineado con Hilary Clinton, que pasará a la posteridad como la mujer de Bill en lugar de como la primera comandante en jefe. Lo que evidencia dos cosas:que la prensa nunca le falla al progresismo y que el pueblo ha dejado de leer.
Puesto que al lado de Trump el Tea Party es Podemos con modales el mundo se prepara para lo peor. Incluido yo que, como soy de derechas, detesto el discurso de la ultraderecha tanto porque es imbécil como porque es violento. Es posible que algún cándido crea que el Ku-Klux-Klan es la franquicia de la cofradía de Jesús del Gran Poder en Virginia, pero les aseguro que allí los encapuchados no se persignan. Y cuando dicen arriba con él se refieren al negro.
Con todo, Estados Unidos no es Corea del Norte. En Washington funciona el sistema de contrapesos para evitar que un presidente electo troque en déspota y decida fusilar a un pariente suyo porque le ronque en mitad de un discurso. La independencia del Tribunal Supremo es real y la prensa ejerce eficazmente de contrapoder. Otra cosa es que tenga influencia, habida cuenta de que gran parte de los medios se había alineado con Hilary Clinton, que pasará a la posteridad como la mujer de Bill en lugar de como la primera comandante en jefe. Lo que evidencia dos cosas:que la prensa nunca le falla al progresismo y que el pueblo ha dejado de leer.
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