Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Tenemos el sindrome de la mujer maltratada

por Cuestión de vida

Llevo días dándole vueltas al papelón que hizo la ninguneada Iglesia en el acto pagano de homenaje a las víctimas del covid. Pude haber muchas consideraciones de si debieron de acudir o no, yo personalmente creo que no, que fue un acto pagano al que la jerarquía no debió acudir, pero esto claro, es solo mi opinión personal que puede ser o no acertada.

Sin embargo, lo que de verdad me duele y me indigna, precisamente porque amo a la Iglesia, es ver la sumisión cada vez mayor que tenemos a los poderes del mundo y cuanto mas nos maltratan mas nos esforzamos por llevarnos bien con ellos y hacer lo posible por complacerlos, por eso pienso que tenemos el síndrome de la mujer maltratada.

Siempre me había preguntado porque una mujer se deja maltratar por su pareja, ¿por que no se defiende? me preguntaba, ¿porque continua con un varón que le trata mal? Ahora creo que lo entiendo. No es respuesta fácil de dar en dar en cuatro líneas, precisamente doy un curso sobre relaciones destructivas, pero hay algún punto importante a señalar

Primer punto: Normalmente nadie aguanta una torta en un primer momento, es un proceso, un proceso en que el maltratador va destrozando la autoestima del maltratado convenciéndole de que es una nulidad y de que todo lo hace mal y luego progresivamente va aumentando la violencia, primero verbal y más tarde física. El maltratado va pasando cosas que son impasables, va ignorando las señales de alarma y permitiendo que le falten al respeto y va aumentando la espiral. Pienso que esto es aplicable a la Iglesia, hemos ido pasando faltas de respeto y ninguneos, después se paso a la agresión verbal y ahora estamos pasando a la agresión física.

Aquí se me ocurren dos reflexiones, la primera de Santiago Martin que dice refiriéndose al maltrato en la pareja “hay que aguantar mucho, pero no hay que aguantar todo”. Creo que hemos aguantado desprecios e injusticias mas allá de lo razonable y ahora van a más.

También se me ocurre la reflexión de D. Juan Antonio Reig con respecto al cierre del culto público en las Iglesias pero aplicable a otros muchos aspectos, hemos apostado por el mal menor y ahora tenemos el mal mayor.

El segundo instrumento que usa el maltratador es el miedo, sobre el poder del miedo ya he hablado en otras ocasiones y es evidente que el miedo nubla la razón, entramos en modo supervivencia y solo sobrevivir es importante. El pánico que aterroriza a un maltratado, como a un abusado, hace que soporte el yugo del maltratador. Miedo a no ser creído, miedo a la reacción del agresor, miedo a que voy a hacer luego, miedo a quizá va a ir a peor.. y a así aguanta atenazado por el miedo hasta su destrucción como persona.

Pues yo creo que en la Iglesia hemos tenido miedo y tenemos miedo, miedo a que nos quiten los conciertos económicos, miedo a las denuncias y a la muerte civil del discrepante con la dictadura de la corrección política, miedo a que nos cobren el IBI… y al final que tenemos, que todos esos miedos se van convirtiendo poco a poco en realidad solo que nosotros no nos hemos puesto en nuestro sitio y el miedo ha envalentonado al agresor.

Por supuesto que ahora el miedo al virus ha empeorado aun más las cosas. Por el miedo al virus permitimos que dejara de celebrarse eucaristías y cerramos iglesias y por el miedo al virus aceptamos sacrilegios contra la sagrada eucaristía en pro de la “supuesta” salud sanitaria. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Si realmente la forma se transforma en el cuerpo de Cristo, ¿nos transmitirá el virus? ¿puede quien es la fuente de la vida transmitir la muerte?

El tercer punto importantes es que el maltratado se convence de que el tiene la culpa de lo que esta pasando y cada vez se esfuerza más en contentar al agresor. La mujer maltratada justifica al maltratador : “claro,yo le provoque y se puso nervioso” y se auto inculpa. Lo mismo pasa con el abusado o el violado “no me resistí lo subiente” “quizá yo le provoque…"

Pues la Iglesia se esta empezando a avergonzar de su pasado y de si misma. Pidiendo perdón a diestro y siniestro y hasta casi avergonzándose del Evangelio e intentando edulcorarlo y suavizarlo con la misericordina a ver si su agresor se ve más complacido. La Iglesia como institución divina pero compuesta por hombres ha cometido errores, pues claro, pero la aportación de la Iglesia a la humanidad ha sido inmensa, increíble, incalculable en todos los aspectos: científico, social, sanitario, cultural, legislativo, artistico…. Y por supuesto esto solo a nivel humano, porque la mayor es ser la depositaria de la Redención de Jesucristo y eso no es cuantificable, es sublime, solo Dios pudo hacerlo. También pienso que nos esforzamos enormemente en agradar a los poderes del mundo enfatizando nuestra labor social, que no dudo que es enorme e importante pero ¿y nuestra labor espiritual?

Igual que la única manera de rehabilitar a una persona que ha sido maltratada es hacerle redescubrir su dignidad como hijo de Dios, creo que el camino es redescubrir la dignidad y grandeza de la Iglesia como esposa de Jesucristo y esforzarnos a contentar no a los poderes de este mundo sino a nuestro divino esposo aunque sea a costa de la persecución y del martirio.

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