Dios ama la Justicia y el Derecho
por Cuestión de vida
Ayer el Tribunal Constitucional avaló la ley del aborto actual.
La mayoría de los titulares son bastante uniformes: “consagran el derecho el aborto”. Por una parte, la palabra consagrar es curiosa, su acepción principal es “hacer sagrado” aunque también tenga esta otra acepción de reconocer firmemente algo.
Por otra parte, es una falsedad puesto que el Tribunal Constitucional no puede definir nuevos derechos no reconocidos en la Constitución, así que mientras no se cambie la Constitución no nos dejemos engañar: no existe el derecho el aborto.
«El Tribunal considera que el sistema de plazos es conforme a la Constitución por cuanto reconoce a la mujer embarazada el ámbito razonable de autodeterminación que requiere la efectividad de su derecho fundamental a la integridad física y moral, en conexión con su derecho a la dignidad y libre desarrollo de su personalidad.»
Yo no soy abogado, pero creo que el texto no tiene pies ni cabeza y más que un texto jurídico es una declaración ideológica sin el menor atisbo de racionalidad y congruencia.
El ámbito razonable de autodeterminación: ¿pero es razonable acabar con la vida de un ser humano naciente porque no es el momento adecuado, porque mis circunstancias no son las óptimas (que nunca lo son) o porque tiene un síndrome? ¿en qué clase de lógica perversa dar vida es malo y matar bueno?.
Efectividad de su derecho fundamental a la integridad física y moral: ¿pero es que estar embarazada y dar a luz que es para lo que está diseñado el cuerpo de la mujer y no solo el cuerpo sino toda nuestra psicología y nuestro ser es un atentado a mi integridad? ¿desde cuándo estar embarazada es una enfermedad y dar a luz una operación quirúrgica de alto riesgo?.
Derecho a la dignidad: ¿pero es que tener un hijo me hace indigna? ¿en dónde reside entonces mi dignidad? ¿las madres somos indignas?
Libre desarrollo de su personalidad: ¿pero es que para desarrollar mi personalidad tengo que acabar con la vida naciente?
Un pequeño detalle ¿y el niño? ¿nadie se acuerda de él? ¿no es el derecho a la vida el primero, puesto que sin él ningún otro tiene sentido?
Todo esto es signo de algo más que evidente de que la “Justicia” se ha pervertido hasta límites inimaginables y que sólo es esclava de lo que le dictan.
La podredumbre de esta nueva dictadura mundial, que no busca sino la destrucción del ser humano arrancando de su vida y de su corazón a Dios, ha pervertido todos los estamentos: la separación de poderes, todos y cada uno de los poderes, la sanidad, la educación, la economía, los medios de comunicación, la ciencia, la familia… Es una mancha de negro de petróleo que se expande y llena de muerte y destrucción todo lo que toca.
Toca entristecerse y llorar por esta deriva de muerte a la que nos están conduciendo, por esa multitud de niños que no llegarán a nacer y por todas las personas engañadas por la ideología homicida que abortaron a sus hijos sin darse cuenta de que se estaban destruyéndose a sí mismos.
Pero una vez que hayamos llorado toca combatir esta cultura de la muerte, porque esta es la batalla final, la batalla por el destino del hombre y de la humanidad, la batalla por las almas, la batalla entre el bien y el mal.
Y toca combatir con esperanza, porque la victoria es de nuestro Dios, aunque vayamos de derrota en derrota hasta la victoria final.
“La verdad padece, pero no perece”. Dios oye el clamor de sus hijos. Dios ama la Justicia y el Derecho. No nos abandonará. Pero no vale desentenderse, no podemos, es cuestión de vida.