Dios y la clase media
Cuando ganaba 3.000 euros al mes me creía Ana Patricia Botín antes de impuestos. Con mi sueldo actual, la mitad de la mitad de la mitad, no creo siquiera que pudiera mirar por encima del hombro ni a un becario del Santander. Como tampoco tengo dinero ahorrado ni he invertido en bolsa, salvo que el descubierto cotice en el Ibex, doy por seguro que no precederé a Amancio Ortega en Forbes. Digo esto para que quede claro que si propongo vincular a Dios con la clase media no es porque desayune en Tiffany's.
A mi entender no hay que interpretar las bienaventuranzas como una enmienda a la totalidad del capitalismo porque junto a las lacras del sistema (la codicia, la desigualdad y la explotación) cohabitan las virtudes, entre la que destacan la protección social, la sanidad pública y la educación gratuita. A las que hay que añadir la clase media, que es la feliz consecuencia de un modelo de sociedad sustentado en el ora y labora. Rezar no está reñido con trabajar duro para veranear en Santa Pola.
En Occidente, por lo general, es la clase media la que llena los templos, la que reparte alimentos, la que catequiza, la que financia proyectos de las misiones. La baja, cierto es, bastante tiene con intentar sobrevivir, pero resulta curioso que los elegidos den la espalda en masa a la institución que les elige mientras que gentes con posibles se afanan en entrar por la puerta estrecha. No soy un exegeta del Nuevo Testamento, pero deduzco que si el propio Jesús escogió como discípulo al rico Zaqueo es porque en su proyecto de salvación también caben los que tienen segunda vivienda.
A mi entender no hay que interpretar las bienaventuranzas como una enmienda a la totalidad del capitalismo porque junto a las lacras del sistema (la codicia, la desigualdad y la explotación) cohabitan las virtudes, entre la que destacan la protección social, la sanidad pública y la educación gratuita. A las que hay que añadir la clase media, que es la feliz consecuencia de un modelo de sociedad sustentado en el ora y labora. Rezar no está reñido con trabajar duro para veranear en Santa Pola.
En Occidente, por lo general, es la clase media la que llena los templos, la que reparte alimentos, la que catequiza, la que financia proyectos de las misiones. La baja, cierto es, bastante tiene con intentar sobrevivir, pero resulta curioso que los elegidos den la espalda en masa a la institución que les elige mientras que gentes con posibles se afanan en entrar por la puerta estrecha. No soy un exegeta del Nuevo Testamento, pero deduzco que si el propio Jesús escogió como discípulo al rico Zaqueo es porque en su proyecto de salvación también caben los que tienen segunda vivienda.
Comentarios