Nada más lejos
por Piedras vivas
Nada más lejos de la realidad
Me refiero al proyecto de la Ley de Educación de la ministra Celáa, con el pomposo rótulo de «Una educación para el siglo XXI», que añade poco al que ya presentó el PSOE hace un año. Entonces, la ministra de Educación, Isabel Celaá, defendió que la propuesta del Gobierno «es necesaria y oportuna» y que, además, «mantiene el derecho de los padres a elegir la formación moral y religiosa que quieren para sus hijos». Pero nada más lejos de la realidad.
Un intento de rediseñar al alumno
No es una cuestión religiosa aunque sí doctrinaria por parte del socialismo. Es una cuestión de democracia, de libertad, y de humanidad. Me explico. En democracia los grupos pequeños tienen el respeto de la mayoría y con más razón la mayoría no puede ser prisionera de unas minorías. El diálogo, la solidaridad y la tolerancia son inexcusables y ningún gobierno tiene razón para borrarlos, menos cuando una mayoría prefiere la educación secundaria no estatal.
Respecto a la libertad de educación se trata de un derecho fundamental porque está en juego el respeto a la decisión de los padres y de los alumnos, además de que tenemos sobrada experiencia histórica en muchos países y en España de que las ideologías socializantes tienden a recabar para el Estado un derecho del que carece: el Estado sí tiene obligación de atender a la demanda de las familias y a la iniciativa de los agentes educativos.
En cuanto a la humanidad me refiero a la concepción integral de la persona, de los alumnos, que necesitan mucho más que idiomas e informática, porque lo decisivo en sus vidas son las cuestiones sobre el sentido y las preguntas radicales que decía E. Kant: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?, en suma ¿qué es hombre? Las respuestas vienen necesariamente de la filosofía, de la moral, de la religión, y en definitiva de la antropología abierta no cerrada al espíritu. Pues bien, ese proyecto determinado de la ley Celáa prescinde de ello, aunque digan lo contrario. Solo engañarán a los desinformados.
A todo esto tenemos que añadir la cuestión sobre la Educación para la ciudadanía porque tienen una concepción reductiva del hombre y de la mujer, confunde los derechos y deberes de los ciudadanos, y apoya la ideología de género, que ha causado estragos en la juventud; si bien sus creadores reconocen que encuentra en el mundo entero muchas más dificultades de lo que esperaban para su propagación.
Un botón de muestra de esa política de hechos consumados se muestra en la decisión de la Junta de Castilla y León que ha tenido que retirar el protocolo de transexualidad después de la demanda contenciosa-administrativa de la Asociación Española de Abogados Cristianos (AEAC). Una muestra de que cuando trabajamos por la libertad superamos las trabas que nos imponen.
Esa ideología viene a ser un virus menos letal que el coronavirus pero deletéreo para crecer en convivencia y en valores humanos verdaderos. Aunque ellos no quieren ni oír hablar de verdad, de bien, de belleza, de realidad, de virtudes, de matrimonio, de familia, de fecundidad, ni de Dios.
Hablan los representantes de los padres
El presidente de la Concapa, que representa a los padres católicos, Pedro José Caballero, ha mostrado su decepción porque este proyecto-apisonadora de ley no nace del consenso sino de la falta de diálogo. No es optimista pues cree que el Gobierno sigue su hoja de ruta a rajatabla, de manera unilateral. «Y no lo soy por una sencilla razón, porque no ha contado con la comunidad educativa y menos con las familias. No ha contado con las familias que elegimos la educación concertada», añade. Incluso tiene motivos para estar preocupado, pues cree que en las enmiendas parciales, algunos grupos más a la izquierda del PSOE pueden introducir modificaciones que empeoren el texto que entró en el Congreso.
Según José María Alvira , desde las Escuelas católicas ha denunciado que lo que subyace en este proyecto es un papel más relevante del Estado frente a la sociedad civil y, en concreto, a la familia. No cree que la ley llegue a eliminar la escuela concertada, aunque sí va a permitir que sea asfixiada con las medidas que puedan poner en marcha algunas comunidades autónomas. Entre ellas la aparición de una especie de comisario político para la concertada en el más puro estilo intervencionista según los regímenes bolivarianos, y antes con el comunismo en sus diversos camuflajes.
Estamos en una batalla más amplia que las escuelas de educación especial, de las concertadas, y de la asignatura de religión. Es la batalla por la concepción del hombre y su libertad. La Iglesia representada primariamente por los católicos de a pie además de por los obispos, no defiende solo «lo suyo» sino a todas las personas de cualquier credo y raza, porque lo que está en juego es la libertad real y los anclajes verdaderos de la convivencia.
Jesús Ortiz López