Domingo, 22 de diciembre de 2024

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¿Quiénes se salvarán? Un resto fiel lleno de esperanza. San Agustín

¿Quiénes se salvarán? Un resto fiel lleno de esperanza. San Agustín

por La divina proporción


El Evangelio de hoy domingo es de los que resultan incómodos para quienes venden buenismo relativista dentro de una caja recubierta trozos escogidos de los evangelios. La complicidad se vende disfrazada de misericordia y la contrición se intercambia por píldoras de misericordina.  San Pablo nos indica en Romanos 11, 5 que existe y existirá un resto fiel que no se dejará convencer por el mundo: “Así también aun en este tiempo ha quedado un resto escogido por Gracia.” La Gracia de Dios anida en el corazón que necesita Esperanza y se abre a ella con confianza completa y total por el Señor. Cuando nos hablan de una salvación de “todos” y no de “muchos”, están deformando el Mensaje Cristiano para hacerlo vendible y comprable por todos. Hoy en día no resulta atractivo, comprable, motivador, lo que conlleva negación de sí mismo, por lo que el Mensaje Cristiano se adecúa para ser vendido y comprado como una mercancía más.

¿Qué  dijo,  pues,  al  oír son  pocos  los  que  se  salvarán?  Esforzaos  por  entrar  por  la puerta  estrecha. Habiendo  oído  el  Señor  la pregunta:  ¿Son  pocos  los  que  se  salvan?,  confirmó  lo  oído.  Por  una  puerta  estrecha  entran  pocos.  El  mismo  Señor  dijo  en  otro  lugar:  Estrecho  y  angosto  es  el  camino  que  lleva  a la  vida,  y  pocos  entran  por  él.  Ancho  y  espacioso  es  el  que  conduce  a  la  perdición,  y  son  muchos  los  que  caminan  por  él:  ¿Por  qué  sentimos  alegría  frente  a  las  multitudes?  Oídme  vosotros  los  pocos.  Sé  que  sois  muchos,  pero  obedecéis  pocos.  Veo  la  era, pero  busco  el  grano.  Cuando  se  trilla  en  la  era,  el  grano  apenas  se  ve;  pero  llegará  el  tiempo  de  la  bielda.  Pocos  son, pues,  los  que  se  salvan  en  comparación  de  los  muchos  que  se pierden.  Pero  estos  pocos  han  de  constituir  una  gran  masa. Cuando  venga  el  aventador  trayendo  en  su  mano  el  horquilla, limpiará  su  era, recogiendo  el  trigo  en  el  granero,  y  la paja la quemará  en  fuego  inextinguible.  No  se  burle  la  paja  del  trigo. Esto  es  hablar  la  verdad  y  no  engañar  a  nadie.  Sed  muchos entre  los  muchos,  pero  sabiendo  que  en  comparación  de  cierta clase  de  muchos  sois  pocos.  Porque  de  esta  era  ha  de  salir tanto  grano  que  llene  los  graneros  del  cielo.  Pero  no  puede contradecirse  quien  dijo  que  son  pocos  los  que  entran  por  la puerta  estrecha  y  muchos  los  que  perecen  por  el  camino  ancho.  (San Agustín. Sermón  CXI, 3)

Igual que San Agustín podemos preguntarnos “¿Por  qué  sentimos  alegría  frente  a  las  multitudes?” y despreciamos el Resto Fiel, la Iglesia Remanente que se empecina en ser honesta, coherente y constante. Nos sucede lo mismo con el relativismo, el cristo-buenismo. Lo preferimos porque nos permite dejar de ser parte del problema y llegar a ser parte de la "solución". A quienes han abierto su corazón con humildad a la Gracia de Dios se les tacha de rigoristas, fundamentalistas y hasta de enfermos de ortodoxia. Ya no se habla de la Gracia de Dios y sí de la cómplice indiferencia buenista que resulta tan valorada.

Es interesante leer o recordar la sociedad que muestra Hugh Benson en su novela profética, el “Señor del mundo”. Una sociedad que se acomoda a una espiritualidad humanista que hace del ser humano su centro, pero que en el fondo desprecia al ser humano promoviendo la eutanasia como el mejor final que podemos tener. El maligno anda muy activo, dentro y fuera de la Iglesia, por lo que debemos estar atentos. Los caminos anchos sólo conducen a la perdición aunque nos lo ofrezcan con todas las bendiciones eclesiales. Ofrecer el Evangelio como algo divertido, atractivo y emocionante, forma parte de la estrategia de venta. Ofrecer el Verdadero Evangelio es hablar de esperanza que llena el corazón, el entendimiento y nuestra voluntad. Esperanza que requiere de la previa conversión y confianza infinita en el Señor.

Aunque es necesario admitir que el cristianismo reconforta a la sociedad en muchos aspectos, es importante tener claro que no es una ideología social que busca crear un paraíso en la tierra. No busca traer paz, sino fuego que incendie las estructuras que sostienen el pecado. No trae unidad aparente, sino radical oposición a la complicidad que nos adormece. No trae la paz del mundo, que es silencio, indiferencia y lejanía. Trae la paz de corazón que nos permite seguir adelante intentado ser parte de ese resto fiel que Cristo desea encontrar cuando vuelva de nuevo.
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