Jueves, 21 de noviembre de 2024

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¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Verdad o Marketing? San Agustín

¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Verdad o Marketing? San Agustín

por La divina proporción

El evangelio de ayer lunes es demoledor frente a nuestras ansias de hacer por hacer y conseguir por conseguir: 

Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.» Ellos le dijeron: « ¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» (Del Evangelio según Juan 6,25-29) 

¿Cómo obra Dios en nosotros?: «La obra de Dios es que creáis en Quien Él ha enviado» y de Mt 17, 20 «si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible» ¿A qué esperamos para confiar en el Señor? 

… y por tanto, no quiso distinguir la fe de la obra, sino que dijo que la misma fe es la obra de Dios, pues esta misma fe es la que obra por medio del amor. Y no dijo (2Cor 3,17): ésta es vuestra obra, sino: ésta es la obra de Dios, a fin de que creáis en El, para que el que se gloría, se gloríe en el Señor. Luego creer en El es comer aquel alimento que permanece hasta la vida eterna. (San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan, 25) 

La postmodernidad que padecemos nos satura de deberes que no tienen sentido más allá de autoafirmarnos a nosotros mismos. Deberes que se basan en apariencias, marketing, modas y superficialidades. Mirar la fe como un elemento adicional del circo mediático en que vivimos, es reducirla a un aditivo que mejora el funcionamiento de nuestra vida. Se reduce el Evangelio a un libro de autoayuda que nos permite afrontar el día a día. Mirando la fe como un hecho de la cotidianidad es cómo empezamos a pensar en planes, estrategias, marchas, eventos mediáticos y evangelización multitudinaria. Siguiendo lo que Cristo nos indica, Dios obra en nosotros “la fe” si no cerramos el corazón a su Gracia. La Evangelización sólo puede llegar a propiciar el encuentro de cada uno de nosotros con Cristo. Las estrategias de “venta” no podrán nunca competir con las ofertas del mundo. 

La oferta de Cristo es seguirle y deja claro qué tenemos que hacer para ir tras de Él: Negarnos a nosotros mismo y cargar con nuestra cruz. El mundo nos vende felicidad instantánea que tan sólo son formas de adicción que nos llevan a sufrir sin sentido alguno. Ante el vacío interior nos ofrecen comprar, consumir, sentirnos superiores a los demás, ser los más guapos del barrio, ser admirados por nuestro exterior, etc. Cristo “sólo” se  ofrece a sí mismo, que es Camino, Verdad y Vida. Verdad que es cruda y dura. Camino que es negación de nosotros mismos. Vida que es compromiso que transforma y eleva hacia Dios. ¿Cómo vamos a competir con estrategias de marketing? El mensaje de Cristo no está dirigido a quienes se sienten capaces, potentes, ricos, atractivos y populares. El mensaje de Cristo está enfocado a el que sufre y acepta que el sufrimiento como parte de lo que es todo ser humano: Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar (Mt 11, 28). Cristo no llama a los que se sienten cool, chachi, guay y quieren venderse a los demás desde el pedestal de las apariencias vacías. Cristo llama a quien se dado cuenta de su debilidad y necesitan una Razón para seguir adelante. Esa Razón es Cristo mismo, que da sentido a todo y a todos, porque es el Logos de Dios, la Palabra que da sentido, la Verdad que ilumina lo que somos, tal como somos: limitados, inconstantes y tremendamente egoístas. Naturaleza humana que sólo puede ser transformada por la Gracia de Dios, como bien indica el mismo Cristo en el Evangelio de este pasado lunes. 

Estoy seguro que esto suena duro, duro, duro, en una sociedad que tiene el objetivo el bienestar, la ociosidad y el éxito social. Ya le comentaron a Cristo que sus palabras eran duras: Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla? (Jn 6, 60). Vestir de evangelización las estrategias de venta, es ponernos al nivel del mundo y aceptar que el cristianismo es otro placebo con el que escapar de nosotros mismos y de la vida que Dios quiere para nosotros. El gran desafío de la Iglesia actual es dejar atrás todos los lastres que la sociedad le carga y ser Ella misma, tal como Cristo la desea. ¿Cómo hacerlo? Empecemos por nosotros, dando pasos hacia la santidad, todo lo demás vendrá a continuación (Mt 6, 33). Esto es promesa de Cristo ¿Lo creemos de verdad?

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